“Muchos ecuatorianos quieren mano dura al estilo Bukele. El caldo de cultivo para el populismo”

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Ecuador violencia, estado de excepción
Foto: Dolores Ochoa | AP

Asesinatos, motines carcelarios y terror en las calles sacuden a un país plagado por la violencia del crimen organizado.

Ecuador está sumido en una crisis de seguridad que ha cobrado más fuerza de cara a las próximas elecciones presidenciales del 20 de agosto.

Mientras la violencia armada irrumpe en la campaña electoral, la seguridad se ha vuelto el tema central del debate político.

“Ecuador es el país con el mayor aumento de homicidios en América Latina”, le dice a BBC Mundo Carla Álvarez, investigadora y docente especializada en temas de seguridad.

En medio de un alarmante derrame de sangre, los ecuatorianos están cansados de contar muertos. La tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes subió más de 300% en los últimos siete años y la población vive con la incertidumbre sobre qué le puede deparar el destino al cruzar la puerta de su casa.

Uno de los últimos hechos violentos de gran impacto en el país fue el asesinato del alcalde de la ciudad de Manta, Agustín Intriago, emboscado por criminales que lo acribillaron en la calle.

A ese acto de violencia política, se suman las cientos de víctimas desconocidas que han perdido la vida desde que Ecuador se convirtió en un punto clave de la ruta de la cocaína desde Sudamérica al resto del mundo.

El gobierno de Ecuador declaró esta semana el estado de excepción en todas las cárceles del país tras una serie de graves disturbios, que comenzaron en el centro penitenciario Litoral y que han dejado al menos 31 muertos.

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“Las fuerzas del orden toman el control de los centros de privación de la libertad”, dijo Juan Zapata, ministro del Interior.

Sobre la violencia en el país conversamos con la académica que ha investigado a fondo la crisis de seguridad en Ecuador.

Ecuador no estaba en el radar como un importante centro de operación del crimen organizado, pero el recrudecimiento de la violencia en las cárceles y en las calles ha vuelto a poner el foco de atención en el país, cuando faltan pocas semanas para las elecciones. ¿Cuándo comenzó esta ola de violencia?

Si se le puede poner una fecha, podríamos hablar de febrero de 2018, cuando se produce un ataque a un cuartel policial en la frontera norte. Al mes siguiente, unos periodistas que estaban investigando el atentado son secuestrados y terminan muertos en manos de un guerrillero colombiano.

Este ataque se da a los pocos meses de que asumiera la presidencia Lenin Moreno, quien anunció un giro de timón para equilibrar las finanzas públicas a través de una reducción del Estado.

Entonces, desarticula todo el aparataje institucional de seguridad. Desaparece el Ministerio de Justicia, que estaba encargado de manejar las cárceles.

Desaparece la Secretaría de Drogas y todas las políticas sobre este tema quedan en manos de la policía. Se pone fin al diseño institucional de la seguridad porque era costoso, y el ataque al cuartel policial deja en evidencia que no hay capacidades estatales para reaccionar.

Y esa política fue mantenida y radicalizada por el gobierno de Guillermo Lasso.

Entonces, lo que vemos es que la reducción del gasto estatal está detrás del aumento de la violencia.

Pero también había violencia antes…

No es que Ecuador fuera una isla de paz, pero en pocos años se ha convertido en un infierno porque desmantelaron el sistema de seguridad, lo desfinanciaron.

¿Cuánto aumentó el crimen?

Pasamos de 5,8 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2017 a 14 muertes en 2021.

El problema es que después subió mucho más cuando llegó al gobierno Guillermo Lasso, pasando de 14 muertes a 25 [por cada 100.000].

Es decir, si miramos los últimos años, entre 2017 y 2022, los homicidios aumentaron más de 300%.

Otra cosa importante es que el 80% de los homicidios se cometen con armas de fuego. Y en abril de este año se emitió un decreto permitiendo que la sociedad civil porte armas casi libremente.

Usted habla de la importancia de aumentar el gasto público en el sistema de seguridad, pero el gobierno argumenta que ha destinado recursos para combatir el crimen…

De todo el dinero que se le asignó al actual gobierno para invertir en seguridad, apenas gastó el 8% del total. Eso es una gestión ineficiente de los recursos, es una gestión paupérrima.

¿Por qué no se invirtió el otro 92% que ya estaba asignado? No se invierte en seguridad, mientras la policía no tiene equipos suficientes, no tiene patrulleros, no tiene chalecos antibala, no tiene municiones suficientes. Las Fuerzas Armadas tampoco tienen el equipamiento necesario. Las cárceles están derruidas.

La justicia tampoco funciona. Aquí es muy rentable cometer un crimen porque no recibes sanción, el delito no va a ser judicializado. La judicialización en Ecuador no llega al 25% de los casos. El país es como tierra de nadie porque no hay justicia.

Además, ha habido innumerables escándalos que te muestran el nivel de descomposición de la policía y de las Fuerzas Armadas. Hasta el embajador de Estados Unidos llegó a denunciar la existencia de narco-generales. Y el gobierno de Lasso no ha hecho nada para resolver la crisis de seguridad.

El gobierno dice que han aumentado las incautaciones de cocaína, que ha duplicado el número de guardias en las cárceles, que ha aumentado el número de policías y militares en las calles. También ha declarado estado de emergencia…

Entre septiembre de 2021 y julio de 2023, hay aproximadamente 17 estados de excepción. Pero ninguno de ellos ha tenido como resultado la reducción de la violencia, todo lo contrario. Después de cada estado de excepción ha habido un incremento de la violencia.

En el Ecuador hay un crecimiento exponencial de la violencia. Violentos son muchos países en América Latina, tienes Haití, Colombia, Venezuela, México. Lo grave del Ecuador es el crecimiento de la violencia en un período tan corto de tiempo. Eso es lo que escandaliza.

Estamos en una desinstitucionalización del Estado y una pésima gestión del gobierno en asuntos de seguridad. Tienes un cóctel molotov y eso es lo que estamos viviendo.

Pero ese cóctel molotov ha estado presente en muchos países de la región. ¿Qué tiene de particular lo que está pasando en Ecuador que lo distinga, por ejemplo, de la violencia del crimen organizado en México?

En México hay un Estado operando, con focos de violencia concentrados en determinadas zonas. En Colombia, teniendo la guerrilla con la historia más larga, hoy por hoy el país ha venido registrando una bajada de la violencia. No es suficiente, no podemos hablar de una Colombia pacífica, pero sí ha disminuido la violencia.

En Ecuador vemos que hay una desarticulación de la institucionalidad que ha permitido que los indicadores de violencia crezcan a tal nivel, que estamos compitiendo con los indicadores de Venezuela, que se considera un estado fallido.

Yo diría que Ecuador es un narcoestado gobernado desde las cárceles por el crimen organizado. Los homicidios no van a parar.

Estamos llegando al nivel de Venezuela y sin incluir los subregistros.

En las cárceles del país hemos visto motines, masacres. ¿Cuál es la relación entre la violencia en las cárceles y la violencia en las calles?

Hay zonas del país donde hemos llegado a una gobernanza criminal. Son las bandas del crimen organizado las que están imponiendo el orden.

¿Son ellas las que están gobernando el país?

Ellas están gobernando, las bandas criminales están gobernando. Es como una suerte de gobernanza criminal. Lo que pasa es que estas bandas están atacando a los gobiernos locales porque son los gobiernos locales, los alcaldes, los concejales, quienes pueden cambiar las reglas del juego en los territorios.

Los alcaldes pueden controlar las carreteras, los puertos. Entonces, si hay más control territorial, las bandas atacan. Y atacan en el contexto de un Estado que es incapaz de dar protección a los políticos locales.

Hemos llegado a este punto en que la criminalidad tiene igual o más poder que el propio gobierno.

¿Y cómo es la relación entre la violencia en las cárceles y la violencia en las calles?

Los cabecillas de las grandes bandas están encerrados en las cárceles y siguen operando desde las cárceles.

La violencia en las cárceles y la violencia en las calles están directamente relacionadas. Lo que pasa en las cárceles pasa en la calle.

El hito más importante que demuestra lo inédito del ciclo de violencia actual es la masacre carcelaria de febrero de 2021 en tres recintos penitenciarios de manera simultánea. Fueron casi 80 muertos en una jornada.

Lo espectacular de ese evento, fue la crueldad con la que se cometieron los asesinatos dentro de las cárceles y la imposibilidad del gobierno de detenerlos. Las cárceles se han convertido en tierra de nadie y la violencia en las cárceles se exporta hacia la calle.

¿Hay producción de droga en Ecuador?

Ecuador es un corredor que permite sacar la coca colombiana hacia el resto del mundo porque tiene puertos adecuados, carreteras y un sistema de poca vigilancia. Además, la policía y las Fuerzas Armadas están siendo corrompidas.

Y tenemos un sistema financiero que permite el lavado de dinero. Si vienes a Quito te encuentras departamentos de precios europeos. Te encuentras un departamento de 700 metros por US$300.000 o edificios que no han sido vendidos todos los departamentos. Se puede ver que en la industria inmobiliaria se lava dinero.

Estamos a pocas semanas de las elecciones. ¿Cree que va a aumentar la violencia?

Es muy probable porque en Ecuador hay un descontrol total. Aunque el gobierno intenta demostrar que tiene el control.

Hace poco publicó unas fotos muy al estilo de las cárceles de Bukele…

Unas fotos muy al estilo Bukele, los reos con el torso desnudo, todos rapados.

Algunos gobiernos y candidatos en otros países están viendo al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, como un ejemplo a seguir. ¿Pasa lo mismo en Ecuador?

Totalmente. En Ecuador están viéndolo como el modelo a seguir y algunos candidatos están hablando de que cuando lleguen al poder van a implementar un plan Bukele.

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Muchos ecuatorianos quieren mano dura al estilo Bukele. Es el perfecto caldo de cultivo para el populismo.

Casi todos los candidatos hablan de la mano dura, de sancionar a los criminales, de sancionar a los corruptos, de aumentar las penas, de crear centros carcelarios más grandes, de militarizar la seguridad.

Casi todos están en este look de ofrecer mano dura que es una respuesta muy populista frente a la ciudadanía que está aterrorizada con la violencia.

A mucha gente le gusta el modelo Bukele porque se sienten identificados con ese discurso. Y están demandando mano dura para contener la criminalidad.

La gente vive con un sentimiento de terror, de luto, de agobio, de desesperanza. La gente quiere que se acabe la criminalidad. Entonces, vuela mucho el populismo en las ofertas de campaña.

Entonces también se cuela en la campaña la esperanza de que va a llegar alguien a revertir lo que está pasando. Por eso es muy peligroso el mesianismo en estas condiciones.

Todo esto implica dar un manotazo sobre la mesa. Si no se toman medidas contundentes, las masacres van a seguir.

¿Cómo se puede detener la violencia y la criminalidad en Ecuador?

Necesitamos fortalecer el sistema carcelario. Hay que quitarle el control de las prisiones a las bandas, tener un adecuado censo carcelario. Hay que invertir en tecnología para parar la entrada de armamento a la cárceles, para contener las masacres.

Si no se hace eso, la mortandad va a seguir adelante. Estamos viviendo la crisis carcelaria más larga en relación a otros países y tiene la mayor cantidad de muertos en comparación a otras masacres carcelarias.

Venezuela lideraba la lista de las masacres carcelarias con mayor número de muertos y ahora Ecuador lidera la lista con la crisis carcelaria más larga de la historia y con el mayor número de muertos.

Creo que se puede revertir esta situación, se puede contener la violencia, pero se necesita voluntad política y dinero.