Brasil: crear riqueza pasa por mejorar educación

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¿Existe una forma mágica para que los brasileños, además de dejar de ser pobres, puedan también aspirar a ser ricos? Sí. Así lo piensa, no un mago o gurú, ni ningún soñador optimista, sino una persona con gran peso en el país: Henrique Meirelles, quien fue presidente del Banco Central entre 2003 y 2010, con los dos Gobiernos de Lula da Silva. Ha sorprendido Meirelles, porque la fórmula que promete enriquecer no sólo al país si no a los ciudadanos – y haría crecer dos puntos del PIB – no se basa en desarrollar infraestructuras o tener mayores exportaciones e inversiones. Se trata de mejorar el “nivel de educación”, del país.

Meirelles es actualmente presidente del Consejo de J&KF y chairman de Lazard Americas. En un artículo publicado días atrás en el diario Folha de São Paulo, con el título Enseñando a ser rico, Meirelles expone que existe una fórmula no mágica sino realista de enriquecer a los 200 millones de brasileños. Sus argumentos se basan en un reciente estudio del Banco Mundial que cubre 40 años y 50 países. “El estudio de Banco Mundial muestra de forma inequívoca la relación directa del nivel de educación con la productividad y el nivel de renta de un país”, escribe.

¿Es importante el presupuesto gastado en educación? Según Meirelles, sólo relativamente. Por ejemplo, Brasil, invierte un 5,2% de su PIB en educación. La cifra es superior a la media de la OCDE (4,8%) y, aun así, “seguimos con niveles de aprendizaje por debajo de la media mundial y de países del continente como México o Chile”, escribe.

En Brasil el progreso de la educación en estos últimos años ha dado un salto innegable. La asistencia a la escuela es masiva y, sin embargo, no es eso sólo lo que podrá hacer a Brasil un país rico. Lo que creará riqueza y mejor renta es el crecimiento del nivel general de aprendizaje medido por patrones internacionales.

Es curioso que Meirelles, del que no se puede decir que sea un soñador y que es conocido, no pida para Brasil una “renovación” de la enseñanza sino que llega a proponer en la práctica un “cambio revolucionario”.

Según él, lo que debe cambiar para que los brasileños adquieran un nivel de conocimiento escolar que les permita aumentar su riqueza es la enseñanza actual, que ya se ve que no funciona. La enseñanza debería “abandonar las prácticas excesivamente teóricas. El modo de enseñar teórico, repetitivo y basado en la memoria deberá ser substituido completamente por una enseñanza interactiva, en la línea de los deseos de los jóvenes de hoy, con el uso de técnicas que favorezcan el entendimiento de las matemáticas, de las ciencias y de la lengua”.

Para ello, según el artículo, Brasil deberá cambiar la vieja manera de enseñar. Hoy es más fácil alfabetizar a un niño con un ordenador que con la clásica y fría pizarra. O enseñar las matemáticas gracias a internet.

Todo ello supondría, sin embargo, un gran esfuerzo del Gobierno,que debería invertir masivamente en equipamientos modernos como ordenadores, laboratorios y bibliotecas virtuales y en la preparación urgente de ese ejército de un millón y medio de maestros, mal pagados y poco escolarizados ellos mismos. Y, algo fundamental de lo que Brasil carece gravemente: el tiempo de permanencia de los alumnos de la enseñanza básica en la escuela. El porcentaje alcanza el máximo de un 65% en las regiones más desarrolladas y en las otras ni llega al 50%, mientras que la media mundial es del 88%.

Lula designó al ingeniero civil Meirelles como responsable del Banco Central cuando llegó a la Presidencia de la República. El gesto era la confirmación de que no cambiaría durante su mandato el sistema económico neoliberal defendido por Cardoso y apoyado por Meirelles. El presidente brasileño tuvo muchas resistencias dentro de su partido (PT) para nombrarlo, ya que era diputado del partido opositor PSDB.

Durante el tiempo que estuvo en el puesto, Meirelles fue el presidente del Banco Central que mantuvo los tipos de interés más altos del mundo. Pero consiguió domar la inflación, el gran enemigo de las clases más bajas y que hoy empieza a levantar la cabeza.

La esencia de su artículo es que la revolución educacional para que Brasil se convierta en un país de ricos significa que el “gran salto de la productividad de Brasil, capaz de generar riqueza y reducir la desigualdad actual pasa no sólo por inversiones en infraestructuras y reformas políticas, sino principalmente por el aumento de la eficacia del proceso educacional”. Es el gran reto desde hace años de las autoridades de este país, donde un 60% de la población mayor de 50 años está considerada “analfabeta funcional”.

Y nunca, en la historia el analfabetismo creó riqueza.