Las elecciones municipales francesas y el descrédito político

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Las elecciones municipales que Francia celebrará, a dos vueltas, este domingo y el próximo llegan en un momento particularmente difícil para el sistema político. La economía estancada y los cinco millones de parados reflejan la incapacidad del Gobierno socialista para remontar la crisis e ilusionar al país. El centroderecha, llamado a aprovechar ese descontento y la impopularidad de François Hollande, llega a la cita hundido y desacreditado por los desmanes de sus líderes, presentes y ausentes. Y mientras los candidatos de los dos grandes partidos huyen de sus aparatos y líderes nacionales y se centran en los asuntos locales para minimizar la desafección del electorado, el Frente Nacional (FN) aparece como el gran favorecido: aunque solo ha logrado presentar 597 listas electorales en un país donde hay 36.000 pueblos y ciudades, es el mayor número de candidaturas en sus 42 años de historia.

Los politólogos pronostican que el gran vencedor de los comicios será el descontento, es decir la abstención. Según escribía este jueves en Le Monde Brice Teinturier, director general adjunto de Ipsos France, la cifra puede oscilar entre el 37% y el 41%, una horquilla que batiría el récord negativo registrado hace seis años, cuando la participación en las municipales fue del 66,5%.

Pero todos los síntomas parecen indicar que la crisis política es ahora bastante más aguda que entonces: solo el 8% de los franceses dice creer ya en los partidos, y el 88% suscribe que a los políticos no les preocupa lo que piensan los ciudadanos.

Más de 43 millones de franceses y más de un millón de residentes extranjeros están inscritos en el censo para elegir a sus alcaldes y concejales entre 926.068 candidatos.

Pero lo que debería ser una gran fiesta democrática ha cobrado tintes de funeral. La campaña ha quedado eclipsada por la impresionante serie de escándalos conocida en las últimas semanas; la lista incluye las escuchas judiciales a Nicolas Sarkozy, que han revelado sus turbias maniobras con móviles clandestinos para presionar a los jueces que le investigan; las grabaciones de cintas piratas que durante cinco años hizo en el Elíseo su consejero áulico, Patrick Buisson, y la apertura de una investigación por desvío de fondos al líder de la UMP, Jean-François Copé. Al otro lado, sobrevuela la torpeza cometida por el Gobierno socialista al negar primero y admitir más tarde que conocía los pinchazos judiciales a Sarkozy.

Los sondeos reflejan una movilización entre átona y escasa, seis puntos más alta entre los votantes de derecha que entre los de izquierda. Ese panorama no anuncia vuelcos en las capitales importantes, salvo tal vez en Estrasburgo, Toulouse y Perpiñán. Aquí, el candidato del FN, Louis Ailot, vicepresidente del grupo de extrema derecha y compañero sentimental de Marine Le Pen, aspira a convertirse en el primer alcalde ultra de una gran ciudad. De momento, Aliot va segundo en los sondeos, codo a codo con Jean-Marc Pujol, alcalde saliente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP, centro derecha).

Los resultados de las municipales suelen ser difíciles de interpretar en clave nacional. La mitad de la población censada vive en ciudades de más de 10.000 habitantes, y un 30% en núcleos urbanos de más de 30.000 personas. En 2008, la derecha, entonces en el poder, perdió a manos de los socialistas 90 ciudades de más de 10.000 habitantes. El PS domina hoy 23 de las 30 mayores urbes, y las encuestas estiman que logrará mantener París -con la española de origen Anne Hidalgo-, Lille, Lyon, Nantes y Montpellier, mientras la derecha seguirá gobernando sus feudos de Marsella, Niza, Cannes y Burdeos.

Según Ipsos, no cabe esperar un gran voto de castigo de mitad de mandato: solo el 17% de los electores afirma que votará pensando en penalizar al Gobierno o al presidente. A cambio, un 3% piensa acudir a las urnas para mostrar su apoyo a Hollande.

La incógnita es saber si la ultraderecha sacará partido del desgaste y el caos de sus rivales. Aunque parece que el gran momento de la extrema derecha serán las europeas de mayo, Marine Le Pen afronta sus primeras municipales como un trampolín y un refrendo al resultado de la primera vuelta de las presidenciales, cuando obtuvo el 18% de los votos.

El FN cubre solo un tercio del censo, pero en 2008, cuando el partido estaba en la ruina, la ultraderecha no ganó ninguna alcaldía; así que todo lo que saque será a su favor.

El objetivo declarado de Le Pen es forzar un número alto de triangulares (colar a sus candidatos en las segundas vueltas contra socialistas y populares si superan al menos el 10% de los votos) para forzar a los grandes partidos a aliarse contra ella o a romper el llamado muro republicano -el gran partido menos votado llama a los suyos a votar por el otro para evitar que gane la ultraderecha-.

Pero la verdadera señal de alarma para el sistema bipartidista es otra: un tercio de los franceses afirma que sería bueno que su ciudad tenga un alcalde de extrema derecha.