El deshielo de los glaciares de Bolivia podría provocar graves inundaciones

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Foto: PIXABAY / EL PAÍS

Los glaciares de Bolivia han disminuido más de un 40% en las últimas décadas. Esto somete a más presión un suministro de agua ya de por sí problemático, al tiempo que los lagos glaciares que se forman amenazan con provocar inundaciones repentinas y catastróficas al estallar. Esa es la conclusión de un estudio sobre los glaciares de ese país realizado con compañeros de Reino Unido y Bolivia. Nuestros resultados se publican en la revista The Cryosphere.

Aunque Bolivia está situada en los trópicos, los Andes la recorren como una columna vertebral. Muchas de sus montañas superan los 6.000 metros, unas de las más elevadas fuera del sur y el centro de Asia, lo que permite la existencia de glaciares. De hecho, Bolivia contiene alrededor del 20% de los denominados “glaciares tropicales” del mundo.

Pero estos glaciares son muy sensibles a los efectos del calentamiento climático. El estudio demuestra que los glaciares bolivianos se han reducido en torno al 43% desde mediados de la década de 1980, un periodo caracterizado por el aumento de las temperaturas. Calculamos que, a finales de siglo, estos glaciares habrán mermado considerablemente.

Esto es importante, en primer lugar, porque las poblaciones dependen del agua que se filtra de los glaciares. Por ejemplo, la capital, La Paz, y su vecina El Alto, obtienen el agua de varios glaciares circundantes,y juntas, estas dos ciudades forman un área metropolitana en rápida expansión en la que habitan más de 2 millones de personas.

A lo largo del año, los glaciares aportan alrededor del 15% del agua potable, pero esta proporción prácticamente se duplica durante la estación seca, entre mayo y octubre. Los glaciares no pueden seguir “recargando” un suministro de agua insostenible como este. El aumento de agua a corto plazo durante la estación seca se convertirá en un problema de recursos hídricos a largo plazo cuando los glaciares desaparezcan. Algunos ya lo han hecho: en 2009, el Chacaltaya, situado a 30 km de La Paz y en el que en otro tiempo se ubicaba la única estación de esquí de Bolivia, finalmente desapareció por completo.

Construida originalmente sobre un glaciar con nieve durante todo el año, la estación de esquí de Chacaltaya rara vez abre en la actualidad. Ville Miettinen, CC BY

Bombas de relojería en las montañas

Estos glaciares a punto de desaparecer amenazan también con desencadenar repentinas y devastadoras inundaciones causadas por los lagos glaciares que se forman a medida que el hielo retrocede. El paisaje que hay bajo los glaciares es típicamente “grumoso”, porque tienen una gran capacidad de erosionar todo aquello por de lo que pasan. En esencia, dejan marcas de mordedura en el lecho de roca que hay debajo. Cuando retroceden hacia estas cuencas, el agua de deshielo puede acumularse. A veces las paredes que embalsan estos lagos están formadas por acumulaciones poco compactas de sedimentos, conocidas como morrenas, que pueden ser muy estables, aunque a menudo son muy débiles, lo que causa la preocupación de que puedan derrumbarse.

Sorata está situado a la sombra del monte Illampu, de 6.368 metros. Merlinthewizard

Un riesgo concreto es que se produzca una avalancha repentina de rocas o hielo en el lago, y que esto provoque una ola enorme que sobresalga de la cuenca del lago y se deslice corriente abajo. Estas “inundaciones por estallido de lagos glaciares” han matado a miles de personas en todo el mundo en décadas recientes.

Nuestro estudio ha sido el primero en analizar específicamente el riesgo de que Bolivia padezca este tipo de riadas. Hemos detectado 25 lagos peligrosos en potencia que representan una amenaza para las zonas situadas corriente abajo. Uno de los que nos preocupa en especial es la Laguna Glaciar, asentada sobre las comunidades de Cotaña y Sorata, en la Cordillera Real. Ha aumentado hasta alcanzar una longitud de casi 1 kilómetro, y tiene en uno de los extremos un glaciar que desprende icebergs.

Por fortuna, en la mayoría de los casos, estos lagos están localizados en zonas escasamente pobladas. Aunque eso no es un alivio para quienes viven allí. En la actualidad estamos trabajando para obtener modelos de la inundación que pueden causar estas riadas, e investigar cómo podrían afectar a las comunidades que viven debajo de estos lagos.

Lago Pelechuco, uno de los 25 en los que se ha detectado riesgo de inundación.

En 2009, un lago represado por hielo en las montañas cercanas a la frontera con Perú estalló de repente. No era un lago especialmente grande, pero la inundación fue lo suficientemente grave como para generar un flujo máximo aproximado de 400 metros cúbicos por segundo, más de seis veces el flujo regular del Támesis.

La riada resultante barrió la cercana aldea de Keara. Por suerte, no hubo víctimas mortales, pero varias viviendas quedaron dañadas, murieron animales domésticos y la aldea quedó aislada durante meses porque la carretera desapareció. Nos preocupa que en el futuro se produzcan sucesos similares y que puedan causar muertes.

Quizá la inundación más terrible por estallido de un lago glaciar fue la que tuvo lugar en Perú en 1941. Un enorme trozo de hielo del glaciar cayó al lago Palcacocha, provocando una avalancha de agua y sedimentos valle abajo que alcanzó la ciudad de Huaraz. Por desgracia, fallecieron entre 6.000 y 7.000 personas.

En última instancia, esperamos que nuestro trabajo conciencie a la gente sobre estos problemas en Bolivia. Nos guste o no, los glaciares están desapareciendo, y debemos estar preparados para las consecuencias.

 

 

Simon Cook es profesor de Geografía Física en la Universidad Metropolitana de Mánchester.

Cláusula de divulgación: Simon Cook no trabaja, asesora, posee acciones o recibe financiación de empresa u organización alguna que pudiera beneficiarse de este artículo, y no ha declarado ninguna afiliación relevante aparte de la académica mencionada arriba.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la web The Conversation.

Traducción de News Clips.