Las pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll) | Decimoctava entrega

Autor: Carlos Rodriguez San Martín
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maldox 18 revista life en español

Bucarest y la policía secreta de Ceaușescu. Los Marlboro obran milagros. Las cremas antiage congregan a la realeza europea. 

 

Para cuando las cosas mejoraron después de una larga reunión de la señora Williams en el comando de la Milicia (las fuerzas especiales de la policía de Belgrado) donde le informaron sobre el grupo de prontuariados que habían visitado la residencia de Kumadraska durante su ausencia, le llegó a Maldox la hora de arreglar maletas para conocer la Europa del Este. El primer punto de parada fue Bucarest, la capital rumana estaba relativamente cerca de Belgrado. Allí estudiaban bolivianos que se ofrecieron recibirlo en el Studenski Dom de la Universitatea din Bucaresti.

El tren en el que emprendió el viaje al cruzar la frontera estaba repleto de funcionarios de abrigos largos y sombreros, los típicos polizontes que se ven en las películas de espionaje que cada cierto tiempo hacían minuciosas requisas en los compartimientos. Se detenían para preguntar por los motivos de la visita a Bucarest, una rigurosa inspección de los documentos del pasajero y su equipaje. Maldox llevaba consigo dos paquetes de cigarrillos Marlboro y dos blue jeanes Levi´s por los que los rumanos intercambiarían una fortuna.

Desde que Maldox llegó a la estación de trenes de la capital rumana los polizontes de la Securitate vigilaban en los controles de salida del monumental edifico que mantenía un aspecto lúgubre a pesar de la belleza de su arquitectura. Todo parecía gris en la contextura quizá como resultado del sistema comunista preponderante, las personas casi no se distinguían unas de las otras, la mayoría llevaba vestimentas oscuras, botas y hasta parecía que olían igual.

El conductor del taxi que abordaron apenas ingresar a la movilidad, un Ford de los años 50, consideró la posibilidad de hacer un tour por la ciudad a cambio de un par de cajetillas de los Marlboro. No era una mala idea, pero hasta que dejaron el taxi en el predio del Studenski Dom, no se habían puesto de acuerdo sobre el procedimiento; además el mismo taxista estaba dispuesto por el mismo trato de intercambio a reclutar un par de damas de compañía siguiendo un penoso esquema de seguridad para no ser descubiertas, así que prefirieron con las excusas del caso no cerrar ningún acuerdo.

El tour por la capital incluía la visita a la más famosa de las construcciones del dictador comunista que gobernaba el país, una horrenda estatua a la megalomanía y al cemento armado que se conocía como la Casa del Pueblo, babilónico edificio en la que Ceaușescu invirtió sumas astronómicas de mal gusto en lo que era el barrio antiguo de Bucarest. Pero eso no era todo. También incluía un recorrido a las macizas y pretensiosas construcciones decoradas con alfombras persas y arañas de cristal, espejos rutilantes, cortinajes sinuosos, salas de billar y cataratas de mármol. Toda Rumania estaba sembrada de casas de ese estilo, en las que la pareja aparecía de improviso a descansar un fin de semana.

Muchos lectores habrán oído hablar de la rumana Nadia Comanescu, ganadora de innumerables medallas olímpicas por su destreza prodigiosa en la gimnasia. Así como ella otros deportistas rumanos y personalidades destacadas buscaban la forma de huir de la dictadura comunista del temible Ceaușescu. Era evidente que habían controles y no se podía ser libre a pesar de que en varios puntos de la ciudad se veían carteles en los que a grandes letras estaba escrita la palabra “LIBERTAD”.

Ese esquema disfuncional parecía una copia aterradora del Grande Hermano observando cualquier movimiento disidente. La Securitate estaba infiltrada en todos los establecimientos públicos y en las calles se sentía ese clima casi aterrador de control. Era prácticamente prohibido para una pareja andar de manos dadas y cuando levantaban cualquier sospecha era inmediatamente trasladada a las oficinas de migración para anotar preventivamente su registro de identificación ¡advertidos a ser expulsados!

Maldox comprobó este ambiente particular al día siguiente de su llegada cuando varios agentes de la Securitate detuvieron a los transeúntes en pleno centro de Bucarest, obligados a permanecer quietos contra la pared mientras hacía paso la comitiva oficial, una caravana de movilidades Mercedes Benz de color enteramente negras. Lo que más impresionaba a Maldox de esa incursión sonora acompañada de agentes especiales, fueron los móviles de la escena. Parecía dibujar una decadencia futurista. Acostumbrado de alguna manera con un par de episodios ligados a las policías latinoamericanas, le costaba entender la parálisis impuesta que se respiraba en Bucarest. Muchos años más tarde, los proletariados rumanos se sublevaron contra la opresión. Las cajetillas de cigarrillos Marlboro habían rosado lo intolerable. Acabaron volando por los aires, un defecto en la construcción de sus cimientos políticos de confraternidad más que una virtud de la ciencia.

Las personas con las que Maldox habló en Bucarest le confesaron que vivían con miedo. Las librerías vendían únicamente algunos libros de Marx, Lenin y de uno que otro autor local vinculado a la propaganda del régimen. Hasta ese punto se dieron maneras de sobrevivir, pero cuando comenzó la carestía de alimentos se experimentó una reacción en cadena que fue difícil de controlar. Cuando Maldox abandonó Rumania, una bomba de tiempo, el tic tac del reloj de la historia que no se detiene y que pide cuentas, explotó.

Cremas de Langostinos y cajetillas de Marlboro

 El Hotel Flora Park, era uno de los negocios más lucrativos del régimen comunista. El hotel de cinco estrellas ofrecía el mejor tratamiento de belleza de toda Europa. En realidad, el hotel era una fábrica de belleza que producía la pomada más codiciada del mercado antiage por sus propiedades rejuvenecedoras que estaba a cargo de dos reconocidas científicas que trabajaban las 24 horas para el partido. El Flora Park era una construcción de estilo moderno imponente en el que solo podían hospedarse extranjeros por exorbitantes sumas de dinero. Tenía todas sus habitaciones ocupadas y las reservas al menos con un año de anticipación.

Era un contraste algo esquizoide, pensaban Maldox y sus interlocutores acostumbrados a pasar premuras de estudiantes. Se suponía como un principio de fidelidad con el régimen que todos eran benefactores de las políticas implementadas por el Estado, aunque costaba creer, nada era verdad. En esta colmena de operarios todos parecidos los que más gozaban de las ventajas eran quienes tenían acceso a algún cargo público en el que permanecían sin hacer ninguna labor efectiva. Eran muy comunes los negocios a Comisione que llevaban el nombre artificialmente por algo que podía ser adquirido a precios igualmente exorbitantes de cierto tipo de marca, prohibitivos para la mayoría de los rumanos.

El Hotel Flora Park, estaba dividido en dos alas. La de los pacientes y la de los turistas. Desde el primer día en Bucarest, los estudiantes bolivianos, aprendidos a los trucos para burlar a la Securitate, reservaban una mesa en el restaurante del hotel advertidos de antemano que allí funcionaba el trueque por raciones de langostino, filetes de atún, calamares, salmón al precio módico de una cajetilla de Marlboro. A los estudiantes extranjeros les era permitido el uso limitado de algunos servicios como el agua del baño común, cuidando no salirse de los límites impuestos por el sistema diseñado por el riguroso plantel comunista.

Varios gobiernos de la órbita comunista se vieron forzados a firmar acuerdos con el FMI y Rumania cayó en descomposición. Fue a la vez el tiempo de la Perestroika, que minó la composición territorial de la URSS y, consiguientemente, las economías de los países que estaban bajo su control, sucumbieron en efecto dominó.

Los comunistas europeos se vieron forzados a tranzar acuerdos económicos que debilitaron el último peldaño de una estabilidad impuesta tras largos años de imposición. En Rumania las fábricas cerraron, los trabajadores quedaron desempleados. Pocas semanas después de la caída del muro de Berlín en 1989 miles de rumanos salieron a las calles en Timisoara para protestar por la detención de un pastor evangélico crítico con el régimen. Infiltrada entre la multitud, la Securitate disparó contra los manifestantes que habían despertado el clamor de un cambio.

Ceaușescu que como siempre se encontraba disfrutando en uno de sus placenteros viajes por el Medio Oriente, convocó una asamblea en la que esperaba obtener el apoyo popular ante los sangrientos sucesos. La primera concentración pública se llenó de banderas del Partido Comunista Rumano apoyando al dictador. Ceaușescu intentó convencer al país desde los balcones del palacio presidencial que recuperaría la estabilidad y subiría los salarios, pero al cabo de tres días de protestas la gente tomó las principales calles de la capital gritando ¡El pueblo somos nosotros!, ¡Abajo el dictador!, ¡Muerte a los criminales! La Securitate respondió con bala. Bucarest se convirtió el centro de violentos disturbios. En una semana, mil personas perdieron la vida y 30.000 resultaron heridas. El dictador y su esposa Elena intentaron abandonar la capital, pero detenidos en el trayecto fueron sometidos a un juicio abreviado dirigido por un Tribunal Militar “los condenó a la pena de muerte y les confiscó todas sus propiedades”.

La foto del dictador fue arrancada de todos los lugares públicos visibles.

 

Cada lunes una nueva entrega de la obra Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´Roll)

Acceda a las anteriores entregas en los siguientes enlaces:

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Primera entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Segunda entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Tercera entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´Roll) | Cuarta entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Quinta entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Sexta entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Séptima entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Octava entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Novena entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Décima entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Onceava entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Duodécima entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Decimotercera entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Decimocuarta entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Decimoquinta entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Decimosexta entrega

Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´ Roll)| Decimoséptima entrega


"La realidad no ha desaparecido, se ha convertido en un reflejo"

Jianwei Xun
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