Las autoridades chinas evalúan imponer un confinamiento en Beijing, luego de que los contagios confirmados de Covid-19 en la capital del país superaron los 100 el miércoles 27 de abril. Pero después de un mes de aislamiento muy criticado en Shanghái, esa opción podría tener un costo económico y político muy alto.
Al menos 113 personas han sido diagnosticadas con Covid-19 en la capital de China, anunciaron el miércoles 27 de abril las autoridades sanitarias.
La presión sobre los funcionarios locales crece para contener la tasa de contagios. A unos 1.300 kilómetros de distancia, en Shanghái, la ciudad más grande de China, ya se impuso un estricto confinamiento a la población durante el último mes, en un intento por detener la propagación de la variante Ómicron, altamente contagiosa.
Evitar los errores de Shanghái
La imagen de Beijing podría ser más sombría, ya que las últimas cifras en la capital china no incluyen los casos detectados durante la ola de pruebas lanzada el pasado domingo 24 de abril. Las autoridades, en efecto, decidieron que los 21 millones de residentes de la ciudad deben someterse a tres pruebas durante cinco días.
El gobierno local espera evitar a toda costa repetir los errores de Shanghái: las pruebas solo comenzaron allí después de que los contagios superaran los 1.000, demasiado tarde para contener la epidemia sin recurrir a la artillería pesada de la política de ‘Covid cero’, que se traduce en un confinamiento estricto.
Las drásticas medidas aún vigentes después de un mes dieron lugar a una inusual expresión pública de ira en la China comunista, dirigida por un régimen que tiene muy poca tolerancia con la disidencia política.
Las autoridades de Beijing insisten en que no se impondrá un aislamiento al estilo de Shanghái, pero admiten que “la situación epidémica es compleja y grave”, señaló el martes 26 de abril, Tian Wei, portavoz de la Administración local.
No obstante, ya se están aplicando algunas restricciones. Este es particularmente el caso del distrito de Chaoyang, donde se han registrado la mayoría de los casos en la capital. Se trata de uno de sus áreas más populares e importantes que alberga la mayoría de las embajadas extranjeras, así como lujosas tiendas occidentales y elegantes bares y restaurantes.
Ahora es una zona inusualmente tranquila. Varios bloques de edificios han sido sellados y las calles están casi desiertas, informó el ‘South China Morning Post’. Los altavoces dentro de los supermercados han estado emitiendo mensajes que aseguran a la población que los puestos están bien abastecidos y que no habrá escasez de productos como ocurrió en Shanghái, lo que acentúa un ambiente inusual en el área, destacó ‘The New York Times’.
Impacto económico en China y más allá de sus fronteras
Las autoridades locales de Beijing no son las únicas que esperan haber reaccionado lo suficientemente rápido: el Gobierno nacional tampoco está interesado en escuchar sobre un posible cierre total de la capital. No está claro que el país, o incluso el mundo, pueda permitírselo después de más de dos años de restricciones.
Desde un punto de vista económico, las medidas impuestas en Shanghái han demostrado que la política de ‘Covid cero’ de China tiene un costo importante. Si bien aún no se ha determinado su impacto real, “sabemos que, en Shanghái, la economía local, las tiendas y los restaurantes locales, por ejemplo, sufrieron mucho, al igual que la actividad portuaria. Y eso tendrá un impacto en la cadena de valor y en las exportaciones de repuestos”, explicó Mary-Françoise Renard, especialista en economía china de la Universidad Clermont Auvergne.
“No debemos olvidar que Shanghái es el principal proveedor de repuestos para la industria automotriz mundial”, agregó Xin Sun, especialista en política económica china del King’s College de Londres.
Los datos sobre la actividad económica de Shanghái desde el pasado 1 de enero hasta este abril dan una idea de cómo el largo confinamiento causó daños económicos. “Estas cifras muestran que después de un crecimiento sostenido en los dos primeros meses, se ha producido un parón repentino en marzo, aunque las medidas más estrictas, como el confinamiento total, solo se implementaron en abril. Por lo tanto, se espera un crecimiento negativo en abril”, indicó Xin Sun.
Un cierre en la capital china “por supuesto aumentaría el impacto de estas medidas, incluso si Beijing no tiene la importancia económica de Shanghái”, subrayó Renard. Según la experta, sería una noticia especialmente negativa para el sector de servicios, que representa “el 83 por ciento de la actividad económica de Beijing”.
Un confinamiento en la urbe sin duda sería la sentencia de muerte del objetivo del Gobierno de un crecimiento del 5 % para 2022. “Las medidas de Shanghái ya han llevado al FMI (Fondo Monetario Internacional) a recortar esta estimación, y una situación similar en Beijing confirmaría que China debe rebajar considerablemente sus predicciones”, afirmó Frédéric Rollin, asesor de estrategia de inversión a cargo de la economía china en Pictet Asset Management.
La interrupción de la actividad en dos de los principales centros económicos y políticos del país “probablemente también tendrá un efecto mariposa fuera de las fronteras de China”, recalcó Renard.
Sobre todo, en el contexto actual de subida de precios. “Ha habido una multitud de choques inflacionarios desde el comienzo de la pandemia: la paralización del comercio internacional, el aumento de los precios de la energía, la guerra en Ucrania, a los que se debe agregar la interrupción de las exportaciones debido a las medidas por el Covid-19”, añadió Rollin.
¿Políticamente imposible?
Pero el dolor de cabeza de China no es solo económico, también es político. “Con Beijing, también hay que tener en cuenta las repercusiones políticas de un cierre”, expuso Zeno Leoni, experto en asuntos de China, del King’s College de Londres. La capital del país es la única ciudad “donde el Partido Comunista Chino no quiere dar la impresión de que podría estar perdiendo el control”, resaltó.
Y con la variante Ómicron, ningún escenario parece ser satisfactorio. Por un lado, la falta de imposición de medidas podría obligar al Gobierno a hacer frente a la propagación descontrolada del virus. Por otro lado, un confinamiento estricto podría llevar a la población de Beijing al límite y provocar su ira, como en Shanghái, donde los residentes se oponen firmemente a la política de ‘Covid cero’.
“Si saliera a la luz la angustia de los habitantes de Beijing y Shánghai, desacreditaría la retórica oficial de que China manejó la pandemia mejor que los países occidentales. Y sería inaceptable para las autoridades”, sostuvo Xin Sun.
Más aún en 2022, un año muy importante para el presidente de la nación “El 20º Congreso del Partido Comunista Chino, durante el cual Xi Jinping está a punto de ser reelegido, se lleva a cabo este otoño en Beijing. Y el régimen quiere evitar a toda costa que un evento tan histórico tenga lugar en una ciudad traumatizada por otro confinamiento estricto”, explicó Leoni.
Según el experto, hay dos escenarios posibles para la capital de China: “O las autoridades están convencidas de que pueden acabar con la pandemia en Beijing con un confinamiento total, pero breve y lo impondrán absolutamente (…) O la situación en Shanghái seguirá arrastrando, lo que hace temer que la ira también aumente en la capital. En este caso, las autoridades podrían tratar de evitar encerrar a todos los habitantes al mismo tiempo”, dijo el sinólogo.
Pero podría haber una última opción: reconocer que la política de ‘Covid cero’ de China no es tan efectiva cuando se trata de la variante Ómicron, y así adoptar una estrategia más flexible. Para Xin Sun, esto sería imposible: “Xi Jinping ha hecho suya esta política, y abandonarla significaría que cometió un error, lo cual es inimaginable”, pronosticó el experto.
Artículo adaptado de su original en francés