La Guerra Fría de mediados del siglo XX, dividió el mundo en dos bloques que vivieron enfrentados durante más de cuatro décadas. De ahí, el mundo bipolar que enrumbó claramente dos ideologías adversas y enfrentadas una con la otra.
El capitalismo, se expresó con simbologías muy claras de desarrollo y progreso. Puso en marcha un descomunal aparato de información. Comandó la revolución industrial a la que poco a poco se fueron integrando millones de personas. El bloque, obligado a extender su dominio territorial, inició esa revolución sintética, anacrónica, pero muy efectiva. Transversalizó el verso y lo orientó a modificar las capacidades, abriendo las mentes y corazones como una integridad, afianzada en masa a través de los vehículos de información. Fue el escenario ideal para poner en marcha esa conquista. Se extendió con el beneplácito de las élites y logró transmitir su pensamiento en fases compuestas.
El comunismo, por su parte, ideó otro concepto. Monopolizó el estándar de vida de los habitantes del bloque, exigiendo reverencias para no pensar que el otro mundo era más fascinante. Bloqueó las salidas y no dejó que la gente pensará por sí misma. Uso algunos satélites para modelar su dominio. Reforzó la imagen de los caudillos salvadores que pregonaban la igualdad. Más allá del todo o la nada, no hay materia sin movimiento, sin cambio, decía Marx; fomentó imágenes predestinadas a servirles de trampolín para el gran salto. La revolución cubana, fue el principal motivo para prevenir que la geografía también jugaba su encuentro. La invasión de la Bahía de Cochinos fue el punto culminante de la disparidad y el recrudecimiento del enfrentamiento de los dos bloques.
Polonia, Checoslovaquia, Bulgaria, Rumania, Hungría y la República Democrática Alemana (RDA) conformaban el eje comunista a la cabeza de la Unión Soviética (URSS). El capitalismo post industrial puso en evidencia la decadencia del bloque. Hasta la caída del Muro de Berlín la batalla se había consumado. El bloque comunista cayó dividido en zonas. Rusia se desintegró en 15 repúblicas con la venía llamada “Perestroika”. Y, aunque si no fuera así, la diáspora deja en el horizonte muchas preguntas en este convulsionado principio de año europeo, en el que Washington quisiera un papel protagónico.
Hoy la historia se repite. En 2014, el presidente ruso Vladimir Putin, invadió la península de Crimea, en el sur de Ucrania y organizó allí un referéndum para anexionarla a Rusia, considerada ilegal por la comunidad internacional. En el mapa, Crimea es un lugar estratégico porque ofrece una importante salida al Mar Negro. Esa invasión desencadenó protestas internacionales, sanciones económicas para Rusia y peticiones constantes de que devuelva el territorio. Putin ha dicho que nunca lo hará. Desde 2014, apoya política y militarmente a los separatistas prorrusos en el este de Ucrania en la guerra que libran contra el ejército ucranio. En el análisis que sigue a continuación, el lector obtendrá algunas respuestas clave para saber por ejemplo ¿Qué hace Europa? ¿Qué posición ha tomado Washington? ¿Qué pide Putin para acabar con la tensión en la zona? Respondemos a estas preguntas para entender dónde está el origen de la crisis de seguridad de vive Europa y el impertérrito Putin para mantener el país bajo su influencia.
Europa, campo de batalla en la lucha para un nuevo orden mundial
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