La nueva narrativa de inmigración en Europa del Este

Por Sonja Muzikarova (PS) 
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Foto: Reuters

Los líderes políticos de Europa central y oriental han adoptado desde hace tiempo una postura “dura con la migración”. Pero como la región necesita más trabajadores extranjeros, ahora deben presentar argumentos positivos a favor de la inmigración –pública y repetidamente– para convencer a sus votantes de que todos se beneficiarán de los beneficios económicos que generan los recién llegados.

Los gobiernos de Europa Central y Oriental (ECO) se han enorgullecido durante mucho tiempo de sus duras políticas migratorias. Durante las últimas décadas, muchos de los líderes políticos de la región han centrado sus esfuerzos en frenar el flujo de migrantes y solicitantes de asilo, sosteniendo que una afluencia de nacionales de terceros países socavaría la estabilidad social, amenazaría la cohesión cultural e incluso plantearía un riesgo para la seguridad.

Por ejemplo, en 2015, en el punto álgido de la crisis migratoria de la Unión Europea, los cuatro países de Visegrád (V4) (la República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia) se opusieron vehementemente al sistema de cuotas de refugiados del bloque, cuyo objetivo era compartir la carga. asignando un cierto número de solicitantes de asilo a cada país de la UE en función de la población, el PIB y otros factores. Hungría y Eslovaquia estuvieron entre los críticos más acérrimos del plan, argumentando que las cuotas obligatorias eran un ataque a la soberanía nacional.

Sin duda, los países de ECO (en particular, Polonia y la República Checa) dieron la bienvenida a millones de ucranianos expulsados ​​de sus hogares por la invasión rusa en 2022. Pero a pesar de esta generosidad, los líderes del V4 han seguido adoptando una línea dura en materia de migración. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, autoproclamado defensor de los valores cristianos de Europa, promueve una visión de una sociedad húngara homogénea. Hungría concedió el estatus de refugiado solo a diez personas en 2022, lo que le valió una reprimenda del tribunal superior de la UE. En Eslovaquia, el partido populista de izquierda Smer-Social Democracia del primer ministro Robert Fico ganó las elecciones del año pasado explotando el resentimiento contra los refugiados ucranianos. Y la región intensificó recientemente sus esfuerzos para detener la inmigración ilegal a través de los Balcanes mediante la introducción de controles más estrictos y el despliegue de fuerzas de seguridad para patrullar las fronteras.