Un año de pandemia y el mundo aún lucha por gestionar la respuesta contra el Covid-19

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Foto: SIA KAMBOU AFP

Cuando el 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró pandemia al nuevo coronavirus, lo hizo tras semanas de resistirse a utilizar el término y sostener que la propagación del virus altamente contagioso aún podría detenerse. Hoy lucha por apegarse a la información científica y convencer a los distintos gobiernos de abandonar tendencias nacionalistas para ayudar a que las vacunas lleguen a donde más se necesitan.

En el trayecto, la agencia de la ONU ha cometido algunos errores fuertemente criticados: desaconsejar inicialmente el uso de mascarillas de forma generalizada y afirmar que el virus no se podía propagar por el aire. También se ha rehusado a criticar públicamente a China, origen de la pandemia, por posibles acciones que permitieron que la enfermedad se saliera de control.

“Sin lugar a dudas, el hecho de que la OMS no respaldara las mascarillas anteriormente costó vidas”, aseguró la doctora Trish Greenhalgh, profesora de ciencias de la salud de atención primaria, en la Universidad de Oxford.

Acciones como estas desafiaron la credibilidad de la OMS y la enfrascó en un enfrentamiento entre dos grandes potencias: China y Estados Unidos, hasta hace dos meses bajo el Gobierno de Donald Trump, que retiró a su país de la organización. Un apoyo que recién comienza a recuperar bajo la Administración de Joe Biden.

“La OMS se ha retrasado un poco, siendo cautelosa en vez de preventiva (…) En momentos de pánico, de crisis, etc., tal vez arriesgarse, hubiera sido mejor”, dijo Gian Luca Burci, el exasesor legal de la OMS y actual investigador en el Graduate Institute de Ginebra.

Vale resaltar que la Organización Mundial de la Salud emitió su primera gran alerta sanitaria el 30 de enero de 2020, pero solo hasta que el brote fue declarado oficialmente una pandemia, muchos países dejaron de pasar por alto las advertencias y tomaron medidas.

Pero según algunos expertos, para entonces era demasiado tarde. El virus ya había llegado a todos los continentes, excepto a la Antártida.

El desafío por distribuir las vacunas

Con varias vacunas autorizadas, la OMS trabaja ahora para proveer un acceso equitativo a las dosis a través de la iniciativa COVAX, que tiene como objetivo garantizar que los países pobres reciban las vacunas COVID-19.

Pero actualmente COVAX solo tiene una fracción de los 2 mil millones de vacunas que espera entregar para fin de año. Algunos países que han esperado meses por los antídotos han optado por firmar sus propios acuerdos privados para un acceso más rápido a los fármacos.

Paralelamente se encuentra el acaparamiento de vacunas por parte de los países más ricos. El pasado 10 de febrero, la agencia de la ONU señaló que el 75 % de los antídotos que pueden acabar con el brote se encuentra en manos de diez países.

Según los datos de vacunación internacional de la Universidad de Oxford, que elaboró una de las vacunas en asociación con la farmacéutica AstraZeneca, los países con más dosis acumuladas, por cada cien personas, son: Israel, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido, seguidos de la Unión Europea, que alberga a 27 naciones.

El jefe de la OMS, Tedros, ha respondido en gran medida haciendo un llamado a los gobiernos a que actúen en “solidaridad”, advirtiendo que el mundo está al borde de un “fracaso moral catastrófico” si las vacunas no se distribuyen de manera justa. Aunque ha pedido a las naciones más desarrolladas que compartan sus dosis de inmediato con los menos favorecidos y que no hagan nuevos acuerdos que pongan en peligro el suministro de vacunas para los demás países, por ahora esas peticiones no han prosperado.

“La OMS está tratando de liderar con autoridad moral, pero repitiendo ‘solidaridad’ una y otra vez cuando los países que actúan por su propio interés la ignoran, demuestra que no están reconociendo la realidad”, dijo Amanda Glassman, vicepresidenta ejecutiva del Centro para Desarrollo global.

Para Irwin Redlener, experto de la Universidad de Columbia, la OMS debería ser más estricta al instruir a los países sobre lo que deben hacer, dada la evidente desigualdad para recibir los antídotos.

“La OMS no puede ordenar a los países que hagan cosas, pero pueden dar una guía muy clara y explícita que traería dificultades a los países que no las sigan”, dijo Redlener.

A este desafío se suman las dificultades de las farmacéuticas para producir vacunas con altos estándares de calidad y a gran escala para cumplir con los contratos adquiridos con varios gobiernos. La situación llevó incluso a detener los programas de inoculación en varias naciones de la Unión Europea.

Tercera ola de la pandemia y las nuevas cepas del virus

Mientras se mantiene la apuesta por lograr mayor cantidad de vacunas, países de Europa y oriente Medio ya enfrentan la tercera ola. En América Latina está próximo a ocurrir, según advirtió el miércoles la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

La tendencia se verá reflejada después de Semana Santa, si se flexibilizan las restricciones durante esa época en las que muchas personas toman vacaciones.

“Hay que mantener todas las medidas para evitar un incremento de la transmisión como tuvimos en muchos países por la Navidad, el Carnaval y otros. Donde se baja la guardia y están las condiciones para acelerar la transmisión, el virus aprovecha las oportunidades y empieza de nuevo a circular con más velocidad y más fuerza”, afirmó el subdirector de la OPS, Jarbas Barbosa.

La mitigación del virus se ha convertido en una labor aún más compleja con las apariciones de nuevas cepas, inicialmente fue hallada una en Reino Unido el pasado diciembre, pero luego fueron detectadas otras variantes en naciones como Brasil y Sudáfrica.

Hasta ahora, varias farmacéuticas han indicado que sus vacunas son efectivas para atacar esas nuevas cepas. Sin embargo, mientras no haya suficiente acceso a los antídotos, las recientes variantes aceleran el contagio del virus.

Con AP y Reuters