Un paciente de 55 años en el mercado de la ciudad china Wuhan se considera el paciente cero de la pandemia que recorre el mundo desde hace dos años. Llegó a más de 200 países, contagió a más de 260 millones de personas y mató a más 5,20 millones. Bolivia ocupa el tercer lugar en el índice percapita de muertos por la Covid-19, una tasa del 69,9%, de acuerdo a la Universidad John Hopkins. El porcentaje de la población vacunada ha ascendido a 3,95 millones de bolivianos. En el mundo son 8,01 billones.
Hace dos años el mundo sentía que nada volvería a ser igual. Para ser precisos el 17 de noviembre del 2019, China reconoció el primer caso del coronavirus SARS-CoV-2 que desató la pandemia mundial de Covid-19. Pero tuvieron que pasar unos tres meses para que el mundo ingresará en una fase crítica a medida que los casos que se reportaban elegían víctimas fatales.
Según registros oficiales, se informó que un paciente de 55 años en la ciudad de Wuhan como el primer caso oficial de Covid-19. Desde ese momento se reportaron cinco casos nuevos por día. Alrededor del 15 de diciembre, el número total de infecciones fue de 27 personas contagiadas y el 20 de diciembre, el número total de casos confirmados trepó a 60 infectados. Se cree que el virus se originó en los murciélagos.
Pero esto, junto con otras teorías sobre si pasó o no a través de otro animal antes de infectar a los humanos, aún no se ha confirmado. Lo que es seguro es que el SARS-CoV-2 es una enfermedad zoonótica, es decir, un virus transmitido de animales a humanos. Mientras está en el animal, el virus pasa por una serie de mutaciones genéticas que le permiten infectar y multiplicarse dentro de los humanos.
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A principios de febrero de 2021, la revista Nature publicó un estudio según el cual el nuevo coronavirus es 96 % idéntico a un coronavirus de murciélago. A diferencia de lo que sugieren algunos teóricos de “la conspiración”, los investigadores descartan que el virus sea un producto de laboratorio artificial. Hay pruebas contundentes de que el SARS-CoV-2 dio el salto de animal a humano por primera vez en Wuhan, en el centro de China.
“El virus híbrido fabricado en el laboratorio existe desde 2015, hasta es posible que hay modelos mucho más modernos de esos virus de laboratorio”, explica el científico Aldo Calzoni. “China dice que Estados Unidos lo llevó durante las Olimpíadas de militares de octubre 2019, que se hicieron en Wuhan, donde menos de dos meses después empezó la epidemia. Es difícil imaginar tanta torpeza norteamericana de creer que el virus no iba a generar una pandemia y caerles encima. Estados Unidos sobrepasó a China en número de personas afectadas y personas fallecidas. También es cierto que no es la primera vez que Estados Unidos utiliza estrategias de guerra microbiológica contra sus enemigos”.
Hasta la fecha, se reportaron más de 260 millones de casos de coronavirus en todo el mundo y afecta de manera desproporcionada a las poblaciones vulnerables, y corren mayor riesgo de contraerlo quienes viven en entornos superpoblados. Ya son más de 5.20 millones los fallecidos, según registros propios de la Universidad Johns Hopkins.
Cómo el virus llegó a Bolivia
El país no había terminado de salir de una crisis política y se encontraba en un escenario de iras furibundas por el abrupto cambio de Gobierno, rompiendo la sucesión constitucional, y, en suma, el clima incierto que se vivía en Bolivia degeneró una inusual inyección de enema político que minó lentamente la capacidad de respuesta para atender la crisis sanitaria desde las frustradas elecciones de 2019.
No se había superado la transición cuando Bolivia reportó el primer caso de la Covid-19 en marzo de 2020. Se trató de dos mujeres que estuvieron en Italia, uno de los casos se confirmó en San Carlos (Santa Cruz, este) y el otro en Oruro (centro).
El Gobierno transitorio de la expresidenta Jeanine Añez dictó la cuarentena total el 17 de marzo de 2020 agudizando la crisis de inestabilidad política, económica y social a cuenta del nuevo coronavirus, la entonces exmandataria estaba forzada a hacerlo.
Casi al mismo tiempo de decretarse la cuarenta estricta, el Gobierno transitorio conformó un Comité Operativo de Emergencia del “más alto nivel” que evaluaba a diario la evolución de la pandemia. Esa pudo haber sido una genialidad, pero a medida que la enfermedad se metía en los hogares bolivianos los cuestionamientos comenzaron a rondar por la cabeza de quienes tenían en sus manos el manejo institucional de la emergencia sanitaria.
Con todas las prerrogativas ese comité montó un centro de monitoreo en uno de los pisos de la Casa del Pueblo que durante meses todos los días medía la evolución y el impacto de la crisis, mientras crecían las ambiciones por la adquisición de instrumental médico que en términos financieros representaban cientos de millones de dólares. Como es muy común en la política boliviana, sumaron denuncias contra los que habían dejado el poder “por descuido y negligencia de la salud pública”. Los alcaldes montaron centros improvisados en sus respectivas ciudades. En La Paz, Luis Revilla convocó a la presidenta transitoria a visitar un centro de salud especializado para luchar contra el coronavirus ubicado en el distrito de Cotahuma para enseñarle los adelantos de la ciencia de ese centro de salud. Pocos días después quedó al descubierto que dicho centro no tenía elementos básicos para atender la enfermedad del nuevo coronavirus.
El Beni se convirtió en un caso especial. Los pocos hospitales de esa región rebasaron la capacidad de atención y se dieron casos en los que la gente moría en las calles. En plena crisis sanitaria el departamento reportó 800 muertes diarias. A esas aturas el coronavirus se convirtió en el peor enemigo público.Un mal momento de la emergencia sanitaria se registró en el mes de agosto cuando oficialmente se reportaron 8.000 muertos y 15.000 contaminados. Fueron momentos dramáticos con escenas irreproducibles. Más pronto que tarde el Comité Operativo de Emergencia se sumergió en irregularidades provocando malestar en la población. Se sumaron escándalos por el pago con sobreprecio en la adquisición de respiradores de hasta el 300% de su valor original. Lo mismo sucedió con las pruebas que no llegaron a tiempo y con los paquetes de insumos básicos que tardaban en llegar al país. A lo que se sumó la falta de personal calificado en Biología Molecular entrenado en la manipulación de reactivos, transporte y logística.
En plena crisis se reportaron vuelos privados de distracción y arrogancia que malgastaron la imagen de la expresidenta de turno, involucrando a su entorno más próximo. Aprovechando el impacto del manejo de la crisis, varios medios internacionales citaron datos de consultas a la población en las que como resultado, quienes mejor ubicadas acababan en las muestras eran las mujeres que entonces conducían el destino de sus estados. Eran quienes en ese momento mejor administraban la crisis sanitaria en sus países. Ese hecho definió por antonomasia una postulación de la expresidenta transitoria como candidata a las elecciones presidenciales que habían sufrido un retraso por la pandemia. Ese fue un error garrafal secundado por los líderes políticos tradicionales que provocó el repudió de la población que buscaba respuestas para que sus autoridades enfrentaran la crisis sanitaria en vez de aplicar el enganche oportunista en la política.
El 24 de enero la expresidenta Añez en un acto bastante concurrido postuló su nombre a la candidatura presidencial acompañada en la chapa presidencial por el jefe de Unidad Nacional (UN) Samuel Doria Medina. En ese acto se encontraron los más importantes dirigentes de la política nacional en su más desastrosa versión. Ese mismo día, mientras los aliados del Gobierno transitorio celebraban la postulación de Añez, el país reportó 1.400 muertes y 3.400 contagiados. Los hospitales no abastecían en ningún distrito. Escenas de horror se seguían viviendo a diario. En esos momentos dramáticos dat0s habló con el médico Lorgio Rivera especialista en Terapia Intensiva Pediátrica (TIP) y, por lo tanto, autorizado para hacer una evaluación de lo que estaba sucediendo.
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El médico advirtió que una de las tareas fundamentales del Gobierno era capacitar la formación de técnicos para combatir la enfermedad. “Deberíamos prepararnos para luchar contra la pandemia”, señaló. Rivera dijo que en Bolivia existían variables sociales, económicas y políticas que debían atenderse y entenderse. “No nos olvidemos que, pese a la emergencia de la pandemia, estamos en un proceso preelectoral y existen fuerzas que mueven sus intereses y aspiraciones para ganar réditos políticos que pueden perjudicar o influir negativamente en la toma de decisiones”. Sin ningún tipo de control se conoció que las clínicas privadas exigían pagos extralimitados de 70.000 a 100.000 bs. para atender pacientes con la Covid-19. Nadie puso desde el Ejecutivo coto a ese tipo de anomalías.
El mismo Rivera decía en la misma entrevista que “el sector médico privado representa apenas entre el 5 al 10% de los servicios sanitarios, lo que significa que no tiene un peso importante en términos de salud pública e impacto social. Para aclarar señaló que “en La Paz existen 10 clínicas privadas de tercer nivel acreditadas. Esto significa que el sector es muy pequeño frente a las grandes demandas en terapias intensivas que pueden llegar a presentarse”. Y cerraba con una premonición: “la Covid-19 va a afectar como siempre mucho más a los sectores empobrecidos. La pandemia va a provocar hambre y el impacto económico va a ser devastador. De acuerdo al último informe de la CEPAL, se proyecta una recesión en la economía de la región que no se había visto desde los años 30 del siglo XX”, completó en su evaluación.
La crisis del Oxígeno
Otro momento dramático fue cuando pocos meses antes de las elecciones -finalmente marcadas para el 18 de octubre-, un bloqueo de caminos agudizó el malestar cuando grupos de simpatizantes del partido que ocupaba la oposicion, en una inusual demostración de fuerza en las calles, exigía respeto a la convocatoria a las elecciones previstas en principio por el órgano electoral para el 6 de septiembre. Ese bloqueo de carreteras derivó en una crisis aguda en el suministro de oxígeno para atender a los hospitales, erosionando la antesala de frustraciones, nerviosismo y más fallecidos.
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Entretanto, los bolivianos convivían duras jornadas para adquirir gas domiciliario o tubos de oxígeno -con incrementos hasta de un 2000%. Las filas alcanzaban cuadras frente a los policlínicos estatales o a los laboratorios privados para acceder a pruebas de la Covid-19 a costos que muy pocos podían pagar. Los sistemas de registro de identificación trabajaban atendiendo con la mitad del personal. Lo mismo ocurría en casi todas las reparticiones públicas Al menos 40 ministros y viceministros habían contraído la enfermedad. El país vivía un ambiente volátil e incierto. Ante el desborde sanitario el Gobierno clausuro el año escolar, medida que no se aplicaba desde 1971.
Finalmente, el domingo 18 de octubre se realizaron las elecciones con las medidas de bioseguridad acordadas por el Supremo Tribunal Electoral (STE).
En colaboración con Iratxe Nina Diego
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