El síndrome de dependencia de los Presidentes

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Por qué los presidentes dependen de un hombre de su absoluta confianza.

En las negociaciones más duras con el sector cocalero, allá por el año de 2002, se juntaron autoridades del Gobierno entonces presidido por Gonzalo Sánchez de Lozada y la dirigencia cocalera a la cabeza de su indiscutible líder, el actual presidente Evo Morales. En uno de los pasajes de esa reunión celebrada en los ambientes de la prefectura de Cochabamba, el entonces ministro Carlos Sánchez Berzaín, abandonaba una y otra vez la mesa del diálogo para atender llamadas que entraban a sus celulares. Uno de los presentes a la reunión, por los equipos del Gobierno, notó que Goni entraba en paranoia cada vez que su ministro se levantaba para atender las llamadas. Pero cuando volvía a ocupar su lugar al lado del mandatario, Goni respiraba tranquilo con aire de confianza. La actitud de orfandad del entonces jefe de Estado es lo que los psicólogos llaman “síndrome de dependencia”, ocurre con frecuencia en los niños que al alejarse de sus padres, cuando asisten por primera vez a colegio. Sienten temor frente al abandono.

Con características diferentes, el “síndrome de dependencia” ha afectado indistintamente a todos los presidentes y más notoriamente desde la reconquista de la democracia. Un breve repaso de cada gestión desde entonces. Veamos: Jaime Paz Zamora dependía de Oscar Eid  Franco. El dirigente mirista se negó a ocupar funciones en el aparato estatal, porque prefería dirigir a los empleados del Gobierno desde sus oficinas en la Casa de la Victoria. Allí, rodeado de simbolismos, gallos de todo tamaño y recuerdos de los 70´s, se reunía para definir estrategias de poder. Eid Franco fue insistentemente invitado a integrase al Ejecutivo e incluso a escoger el lugar desde donde se sentiría más cómodo, pero prefirió refugiarse bajo las sombras y nunca ocupó un cargo público. Esa situación no lo eximió, sin embargo, de ser la cabeza pensante del Gobierno y el hombre al que el presidente le consultaba cada una de sus decisiones políticas. Eran de rigor las reuniones de Eid Franco y el ex presidente Paz Zamora a primera hora para elaborar la agenda del día a día. El segundo hombre del MIR -Jaime Paz no dejó de ser el “jefe” del partido mientras ejercía la presidencia del país- era un mediador entre el poder político, la oposición y la opinión pública a la que se dirigía con ingeniosas frases cargadas de simbolismo.

La fe ciega de Goni con su ministro Carlos Sánchez Berzaín. Si bien el “zorro” se formó políticamente en las filas de ADN y llegó a conocer a Sánchez Berzaín en circunstancias más profesionales que políticas, atendiendo algunos trámites legales de las empresas mineras del ex mandatario, se convirtió en muy corto tiempo en el hombre almohada con quien el ex presidente consultaba los pasos que iba a dar cuando ocupó la presidencia de Bolivia. CSB llegó a tener tanto poder de influencia sobre el primer mandatario que se comentaba en círculos del MNR que Ximena Iturralde, esposa de Goni, había prohibido recibir llamadas en su domicilio cuando en la otra línea del teléfono se identificaba el “zorro”. Esa actitud habría llegado a sus límites en el exilio norteamericano cuando ambos tuvieron que dejar el país obligados por los acontecimientos políticos de Octubre de 2003. La influencia era notoria y al igual que Oscar Eid, Sánchez Berzaín se convirtió en el portavoz del MNR y una pieza fundamental en el armado de la estrategia política del Gobierno. Fue él quien se encargó de elegir al acompañante de Goni a la vicepresidencia para las elecciones de 2002. Contra toda una corriente partidaria que propiciaba la candidatura de Moira Paz, hija de Víctor Paz Estenssoro en la fórmula movimientista, Carlos Sánchez indicó la postulación de Carlos D. Mesa y ganó.

La relación entre “Tuto” y el general. Durante largos años, Jorge Quiroga Ramírez fue su delfín y niño mimado. Fue muy comentado en los pasillos del Palacio Quemado los celos que provocaba la presencia de Tuto, al punto de haberse narrado un pasaje de la historia cuando la hija del general expulsó del despacho de su padre a “Tuto” en una de las ausencias al exterior producto de sus funciones de Estado. El entonces vicepresidente era una especie de prolongación de la juventud del general. Banzer había llegado a consultar con su hombre de confianza, además de temas políticos en las pugnas internas, sobre decisiones medulares, por ejemplo, el cambio de ministros. Lo mismo hacían los ex presidentes Jaime Paz y Sánchez de Lozada que convocaban a sus confidentes para ejecutar cambios en el esquema.

La personalidad. Se trata de hombres que se manejan un lenguaje político puro. Sus decisiones están guiadas no por la semblanza ideológica del momento histórico sino por su pragmatismo. No son propositivos y ese hecho los convierte en operadores natos de las decisiones políticas que asume el presidente, que acaba dependiendo de sus consejos. Son personalidades fuertes que se convierten en jefes de todos los cargos públicos. Son además odiados por los entornos y muchas veces se exponen tanto para defender sus ideas que acaban siendo rechazados. Todos los mencionados decidieron en su momento quiénes eran los idóneos para manejar uno u otro ministerio y las decisiones pesaban en la selección de los elegidos a los cargos de más alta importancia en el aparato estatal.

Evo y Juan Ramón. En la última recomposición ministerial a los más allegados al esquema del presidente Morales no se les había pasado por la cabeza el retorno al ministerio de la Presidencia de Juan Ramón Quintana. Varias razones comprendían el esfuerzo mental para no pensar en su reincorporación al equipo más cercano del presidente. Pero Quintana volvió y se dice que cuando se vuelve se vuelve con más fuerza y poder. El ministro de la presidencia se encargará de elaborar la agenda de Evo Dónde debe estar él presidente, dónde no, con quiénes le conviene dialogar, con quiénes no debe hacerlo. En las piruetas que atemperan las relaciones entre el hombre fuerte del esquema y Evo es posible que se defina el futuro de la actual administración. Las decisiones y consejos de Quintana serán decisivos en la prosecución del esquema.

 

 

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