La miopia de la crisis del agua en Bolivia

Por Yannick Wende
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Lago Poopo, sequía
Foto: Reuters

Hace poco zafamos como dice el antiguo dicho “por milagro” con el inicio de las lluvias de una crisis de escases de agua que se nos avecinaba y que estaba en la boca de todos en la región andina.  Lo que preocupa y llama la atención más allá de los “milagros” que nos salvan al llegar nuestra cada vez más impredecible y más escasa “época de lluvias”, es la inminente problemática de stress y escases hídrica con una proximidad que pocos ciudadanos comprenden.

Resulta muy fácil y cómodo para nuestras autoridades al tratar de culpar por estos problemas a los típicos responsables “las grandes potencias”, “el imperialismo”, “los grandes contaminantes de la atmósfera” y todos los demás pseudo culpables de que nuestro clima haya cambiado y que el día de mañana ya no tengamos agua.

Sin embargo, este planteamiento sugiere no buscar ni encontrar una solución rápida a los aportes gigantes que realizamos como país a la crisis ambiental y a la alteración de nuestros propios ecosistemas. Es innegable el hecho de que los incendios forestales y la deforestación han tenido un incremento exponencial gigantesco en los últimos 10 años, Y poniéndolo simple y sencillo, la regla del ciclo hídrico de lluvias es simple y sin ser científico, a saber: 1) Sin Bosques no hay agua ni lluvias, 2) Sin bosques hay más calor y 3) Con incendios y quemas llueve menos.

Negar estos puntos y negar que no existe tal problemática en Bolivia es no aceptar nuestros aportes de autoría propia que aportan a esta situación y que la “rana hirviendo en la caldera” se dé cuenta muy tarde antes de poder saltar y salvarse de este asunto. Es de vital importancia exigir a nuestras autoridades un enfoque de políticas de Estado que ponga freno a estos problemas. Normalizar estos asuntos diciendo – “ahh, es normal es octubre época de quemas” o –“ahh, es normal el desmonte” puede y llegará a ser uno de los hechos más dañinos en nuestra historia ecológica como país y son asuntos de suma prioridad si queremos subsistir en el tiempo.

Por otro lado, y no menos importante, respecto a nuestra crisis hídrica próxima, existe hoy por hoy el surgimiento de campañas por preservación del agua que sufren una miopía crónica y que acatan de forma equivocada ya mencionados los puntos anteriores a la problemática; la mayoría de estas campañas por el agua sugieren que es necesario hoy “cuidar el agua y ahorrarla”. Encuentro sumamente contradictorio implementar campañas de ahorro del agua si es que tenemos ciudades enteras como La Paz por citar un ejemplo, que actualmente contamina mediante sus sistemas de desagüe al Rio Choqueyapu alrededor de 36.000 metros cúbicos de agua por minuto, es decir, contaminamos cada dos horas el equivalente a la capacidad máxima de agua de la represa de Incachaca, y peor aún, la contaminación de esa misma cantidad por minuto con el mercurio y los deshechos en los ríos amazónicos debido a la Minería. Esto sugiere que aquí estamos atacando la consecuencia y no el problema de fondo. Las campañas por el ahorro de agua tienen que venir: 1) Desde el enfoque de frenar la deforestación y las quemas en los bosques del país entero, pues de ahí vienen nuestras lluvias y nuestro ecosistema y 2) En descontaminar y frenar la contaminación de los ríos principales.

Mientras las autoridades no salgan de su comodidad de culpar a las grandes potencias y no pongamos las manos a la obra para solucionar nuestros problemas directos, esta rana en la caldera hervirá antes de que se dé cuenta que ya es muy tarde, o quizás peor aún y más preocupante, la caldera ya no tenga agua.

 

Yannick Wende

Director de Bolivia Conservation.

Plataforma y Consultora de Proyectos de Medio Ambiente y Conservación.