El país enfrenta un clima de poca receptibilidad entre quienes ocupan espacios públicos. El incidente en ocasión de la efeméride cruceña es una muestra de la articulación de la definición políticamente incorrecta que pone en brete la incapacidad de convivir unos y otros; de ser así la confrontación será la ruta crítica, la grieta, que definirá la brecha de las imperfecciones de aquí en adelante.
Efeméride en Santa Cruz
Lo delicado del hecho es que se haya producido en Santa Cruz, ciudad emergente de Bolivia en la que alrededor del 70% de la población se afirma en las migraciones que atrajeron un caudal importante de habitantes que, insertados en ese espacio geográfico, no son advenedizas de la cruceñidad, ni devotos de sus líderes políticos; una peligrosa olla a presión que define un ciclo desde el derrocamiento de Evo Morales, la “revolución pitita” que tiene origen en sus entrañas, la canibazación longeva que se respira en sus ambientes sociales que conjuran con la pasteurización inflamada de esas migraciones ante cualquier determinación “democrática” con sus resultados de aceptación o rechazo.
Se trata nuevamente de la concentración de las contradicciones acumulativas que se aplanan en el devenir histórico de la región.
No se pueden pasar por alto hechos puntuales de la polarización que se vivió en ese departamento que se remontan al Hotel Las Américas en 2008, la demarcación de los límites entre opuestos que derivó más tarde en el ensamble devocional de las élites cruceñas con el último Gobierno de Evo Morales, la ascendente estrella que inflamaba charlas, viajes, desafíos de bríos y risas de espontaneidad; marcaron un rumbo apetecible con la irrupción de los negocios que germinaban de manos llenas.
Esa concentración acumulada de opuestos entre el poder político y la elite empresarial ya superada vuelve a aflorar el camino equivocado que se plantean; la ausencia asombrosa de ideas en la que la naturalización del salvajismo sin conversión nos conduce a todos a la desazón.
El GRUPO EDITORIAL EXPRESS PRESS desea renovar su concepción y compromiso empresarial a través de una visión amplia e integradora, que más allá de la cuestión meramente económica, incorpore valores sociales, transparencia y ética profesional a fin de alcanzar la adecuada implementación de un modelo de negocio sustentable, acorde a los desafíos que nos plantea la revolución tecnológica.