Rafael Bengoa (Caracas, 68 años) es uno de los expertos en salud pública más respetados de España. Codirector del Instituto de Salud y Estrategia (SI-Health) y antiguo consejero de Sanidad del País Vasco, es un firme defensor de sistemas públicos robustos. Ante el anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de repartir 10.000 millones entre las autonomías para hacer frente a los gastos de la epidemia pide, sobre todo, más atención primaria.
Pregunta. ¿Dónde deberían ir destinados esos fondos, más allá de pagar las facturas generadas por el coronavirus?
Respuesta. Esta recesión económica se puede convertir en una recesión en salud: la gente vulnerable va a serlo más porque se va a empobrecer el país. La primera inversión tiene que ser en prevención para evitarlo.
P. ¿Por ejemplo?
R. Eso quiere decir priorizar programas de prevención de cáncer de mama, de colon, todos los screening en los grupos de riesgo. Segundo: integrar servicios sociales y sanitarios. Lo que ha pasado con las residencias [de mayores] ha puesto al descubierto las vulnerabilidades del país; lo lógico es que ahora invirtamos en la integración de servicios sociales y sanitarios. Un reflejo sería: voy a medicalizar a tope las residencias. Lo que hay que hacer no es eso, sino integrar y conectar la atención primaria con ellas: de forma digital y con personal que pueda ejercer enfermería y medicina en esas residencias. Tercero: gran inversión en recursos humanos. Uno de los perfiles principales ahí es el de enfermería comunitaria. No lo enfoco tanto a la inversión hospitalaria, que para mí no es lo que nos va a evitar la recesión en salud de la gente. Eso solo nos sirve para atender a la población cuando se ha puesto enferma.
P. ¿Es el hospitalcentrismo criticado por algunos sanitarios?
R. Eso es. Debemos hacer todo lo que podamos en la comunidad con servicios sociales y primaria. Ahí hemos sido débiles incluso en el control de la epidemia, porque si hubiéramos tenido una atención primaria fuerte con mucha capacidad de salud pública para identificar casos y rastrearlos antes de la epidemia y mucho mejor conectado con las residencias no hubiera habido todo el drama que ha habido.
P. ¿No se trata de tener más UCI, sino de evitar que la gente llegue a ellas?
R. Exacto. Se trata de que la gente no llegue a las UCI. Es lo que hay que conseguir en otoño si hay una nueva ola. También hay que invertir en un plan a siete u ocho años. Es algo que España no tiene. ¿Qué vamos a hacer en sanidad y servicios sociales, qué resultados queremos obtener? Ese plan existe en otros sectores: medio ambiente, infraestructura, pero no en sanidad.
P. Estamos viendo un embudo, listas de espera de patologías distintas de la covid. ¿Cómo se soluciona esto?
R. Sabemos dos o tres cosas. Que los diabéticos fueron un grupo muy de riesgo con la covid y por lo tanto, en el caso de ese grupo probablemente va a haber problemas por no haberle hecho un seguimiento cercano si han estado infectados. Un estudio indica que subirá un 20% la mortalidad en cáncer porque no se han hecho los screening preventivos, los cánceres van a estar más desarrollados cuando se traten. Y el 30% de las personas que han pasado por UCI, según los estudios, tendrán necesidad de tratamiento renal sustitutivo de algún tipo. Por lo tanto, solo con eso -y hay mucho más, como patología mental que se ha retrasado- vamos a ver un atasco muy importante que tendremos que poder gestionar. Pero eso ya no se soluciona con una inversión rápida, están entrando hoy al sistema. Las tenemos que gestionar con lo que ya tenemos.
P. Si la mayoría de los 10.000 millones que repartirá el Gobierno se van para los gastos ya generados, ¿se van a quedar muy cortos?
R. Es un cálculo muy difícil porque no sabemos lo que se han gastado. Y la epidemia no ha terminado, seguimos gastando. Si tenemos microbrotes, entre rastreadores, test, equipamiento… va a seguir costando dinero.
P. ¿Hemos aprendido la lección de que no se puede desatender la salud pública?
R. Creo que sí. Hay que crear una agencia de calidad y salud pública. Pero lo importante es que si invertimos en esa agencia no esté dentro del ministerio, sino que sea autónoma. Hace falta alguien fuera con credibilidad, ya sea una universidad o algo similar, pero que tenga tanto capacidad analítica como de generación de programas que guíen al país donde hay que ir.
P. ¿Y centralizar los datos? Ha sido una de las carencias en la epidemia.
R. Es una de las inmadureces evidentes que hemos tenido. Y no solo para epidemias. Lo necesitamos saber para la gripe, la mortalidad en cáncer, cardiovascular… Necesitamos no sé si una centralización, pero sí una capacidad en una agencia que pueda sacar una foto objetiva.