Los detectores caninos de covid en Tailandia ofrecen resultados prometedores

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Foto: Adam Dean/The New York Times

En Tailandia y en todo el mundo se entrena a los perros para que detecten el coronavirus en las humanos. Hasta ahora, los resultados han sido impresionantes.

BANGKOK – Bobby es un buen chico. Bravo también.

Angel es una buena chica, y cuando se sentó, con sus peludos cuartos traseros resbalando un poco sobre el suelo de baldosas, levantó una pata para enfatizar, como si dijera: “Es esta bola de algodón que mi refinada nariz ha identificado, la que huele a COVID-19”.

Los tres labradores, que trabajan en una clínica universitaria de Bangkok, forman parte de un cuerpo mundial de perros entrenados para olfatear la COVID-19 en las personas. Los estudios preliminares, llevados a cabo en varios países, sugieren que su tasa de detección puede superar la de las pruebas rápidas de antígenos que suelen usarse en aeropuertos y otros lugares públicos.

“Para los perros, el olor es obvio, como lo es para nosotros la carne a la parrilla”, afirma Kaywalee Chatdarong, vicedecana de investigación e innovación de la facultad de ciencias veterinarias de la Universidad de Chulalongkorn, en Bangkok.

La esperanza es que los perros puedan ser desplegados en espacios públicos concurridos, como estadios o terminales de trasporte, para identificar a las personas que portan el virus. Sus habilidades se están desarrollando en Tailandia, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Chile, Australia, Bélgica y Alemania, entre otros países. Han patrullado aeropuertos de Finlandia, Líbano y Emiratos Árabes Unidos, y en Estados Unidos, algunas empresas privadas los han usado en eventos deportivos.

Angel, de pelaje rubio pálido con una papada incipiente y aficionada a aplastar botellas de plástico, es la estrella de la manada en la Universidad de Chulalongkorn. Pero en conjunto, los perros entrenados en Tailandia -Angel, Bobby, Bravo y otros tres, Apollo, Tiger y Nasa- detectaron el virus con precisión el 96,2 por ciento de las veces en entornos controlados, según los investigadores de la universidad. Los estudios realizados en Alemania y Emiratos Árabes Unidos obtuvieron resultados más bajos, pero también impresionantes.

Según sus proponentes, los perros rastreadores resultan más rápidos y económicos que las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por su sigla en inglés). Una inhalación de aire a través de sus sensibles hocicos es suficiente para identificar en un segundo el compuesto orgánico volátil o cóctel de compuestos que se producen cuando una persona con COVID-19 desprende células dañadas, dicen los investigadores.

“Las pruebas PCR no son inmediatas y se producen falsos negativos, mientras que sabemos que los perros pueden detectar la covid en su fase de incubación”, afirma Anne-Lise Chaber, experta en salud interdisciplinar de la Facultad de Ciencias Animales y Veterinarias de la Universidad de Adelaida, Australia, que ha trabajado durante seis meses con 15 perros olfateadores de covid.

Algunos métodos de detección, como tomar la temperatura a las personas, no pueden identificar a los infectados asintomáticos. Pero los perros sí pueden, porque los pulmones y la tráquea infectados producen un olor característico. Además, los perros necesitan menos moléculas para olfatear la covid que las que se requieren para las pruebas PCR, señalan los investigadores tailandeses.

Los labradores tailandeses forman parte de un proyecto de investigación dirigido conjuntamente por la Universidad de Chulalongkorn y Chevron. La empresa petrolera ya había usado perros para analizar a sus empleados en alta mar en busca de drogas ilegales, y un directivo tailandés se preguntó si los animales podrían hacer lo mismo con el coronavirus. La capacidad de un perro para olfatear la COVID-19 no difiere, en teoría, de su destreza para detectar estupefacientes, explosivos o una Scooby Galleta escondida en un bolsillo.

A los seis perros se les asignaron seis adiestradores, que los expusieron a bolas de algodón impregnadas del sudor de las medias y las axilas de individuos positivos a la covid. Los investigadores afirman que los riesgos para los perros son bajos: no se sabe que el coronavirus sea fácilmente transmisible a través del sudor, una materia prima abundante en la tropical Tailandia. En cambio, la principal vía de transmisión parecen ser las gotículas respiratorias.

En raras ocasiones, los perros y gatos domésticos en estrecho contacto con personas infectadas han dado positivo al virus, al igual que poblaciones de visones y otros mamíferos. Sin embargo, no hay casos comprobados de transmisión del virus a los humanos por parte de las mascotas domésticas.

Al cabo de un par de meses de adiestramiento, a razón de unas 600 olfateadas diarias, los perros tailandeses se sentaban obedientemente cada vez que percibían los subproductos celulares de la COVID-19 en bolas de algodón, que los investigadores colocaban a la altura de la nariz en un artilugio similar a un carrusel.

Los perros, cuyo hocico húmedo tiene hasta 300 millones de receptores olfativos, frente a los aproximadamente seis millones de los humanos, pueden ser entrenados para memorizar unos diez patrones olfativos de un compuesto específico, explicó Kaywalee. Los perros también pueden oler a través de otro órgano situado entre la nariz y la boca.

Algunas investigaciones han sugerido que perros de diversas razas pueden ser capaces de detectar la diabetes, la enfermedad de Párkinson, el paludismo y ciertos tipos de cáncer, es decir, los compuestos orgánicos volátiles o los fluidos corporales asociados a ellos.

Los labradores son una de las razas más inteligentes, afirma Lertchai Chaumrattanakul, que dirige la parte del proyecto canino de Chevron. También son bonachones, lo que los convierte en el detector canino ideal: comprometidos y entusiastas.

Lertchai señala que los labradores son caros, cuestan unos 2000 dólares cada uno en Tailandia. Pero los retazos de algodón y otros equipos básicos para las pruebas caninas salen a unos 75 centavos por muestra. Es mucho más barato que lo que se necesita para otros tipos de pruebas rápidas. La semana pasada, Singapur anunció que aprobaba provisionalmente un dispositivo parecido a un alcoholímetro para detectar la COVID-19 a través del aliento.

Tres de los labradores tailandeses se encuentran en el sur del país, cerca de la frontera con Malasia, por donde variantes peligrosas de COVID-19 han entrado en Tailandia, según el Ministerio de Salud Pública. Los otros tres fueron trasladados en las últimas semanas al noveno piso del edificio de la facultad de veterinaria de Chulalongkorn en Bangkok, donde viven en antiguos dormitorios de estudiantes.

Hay césped artificial en la terraza para hacer rápidas visitas al baño, y los perros juguetean a diario en un campo de fútbol de la universidad. Sus cuartos tienen aire acondicionado.

Durante un par de horas, por la mañana y por la tarde, los perros se turnan para pasearse por una habitación con brazos metálicos de los que cuelgan muestras de sudor. Al pasar, olfatean hasta diez veces por segundo, como suelen hacer los perros. (Los humanos tienden a lograr una sola inhalación cada segundo, más o menos).

Luego se retiran a su residencia para echarse una siesta y recibir de vez en cuando un masaje en la barriga.

“Sus vidas son buenas, mejores que las de muchos humanos”, dijo Thawatchai Promchot, el adiestrador de Angel, que trabajaba como proveedor de Chevron antes de dedicarse a los animales que detectan enfermedades.

Thawatchai dijo que creció con 12 perros en la provincia de Nakhon Si Thammarat, en el sur, donde las mascotas de la familia dormitaban en el jardín y buscaban la sombra bajo los árboles. No gozaban del aire acondicionado.

Los perros de Bangkok analizan ahora las muestras de sudor de los tailandeses que no pueden llegar fácilmente a los lugares donde se realizan las pruebas de covid, como los ancianos o las personas que están postradas en sus camas. Los cuidadores de los perros trabajan para establecer un programa con las prisiones de la ciudad, donde se ha diagnosticado covid a miles de reclusos.

En algunos eventos privados de Estados Unidos se han usado perros para detectar la COVID-19, como en el control de asistentes a los partidos de los Miami Heat y olfateando los pies sudorosos de los asistentes a un festival de vino y comida en South Beach. Pero no existen normas nacionales ni programas gubernamentales para el uso de los perros.

Cynthia Otto, directora del Centro de Perros de Trabajo de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de Pensilvania, dijo que le preocupa que, hasta que no haya una mejor investigación sobre la capacidad de los perros para olfatear la covid en situaciones reales, el método podría permitir que personas que son positivas pasen sin ser detectadas. “No quiero que esos se me escapen, pues entonces todo el mundo piensa que está a salvo”, dijo.

Tailandia está sufriendo su peor brote de coronavirus desde que comenzó la pandemia. Los brotes están proliferando en las prisiones, los campamentos de construcción y otros lugares hacinados. Las vacunas escasean, y menos del dos por ciento de la población ha sido inoculada.

Los investigadores de Chulalongkorn han diseñado una unidad móvil que planean llevar a posibles focos de covid, para que los perros puedan localizar las zonas que necesitan pruebas masivas.

Todavía hay muchas preguntas sobre el uso de perros para detectar el virus. ¿A qué huelen las personas vacunadas? ¿Qué tan fácil será entrenar a una gran manada de perros detectores de covid en todo el mundo? ¿Y si las personas que se someten a la prueba del olfato canino no son tan sudorosas? ¿Y si un perro se contagia de COVID-19 y pierde el sentido del olfato?

Aun así, Lertchai cree que los perros detectores de virus serán una gran ayuda, sobre todo en los países que no disponen de recursos para realizar pruebas más caras.

“La covid no va a desaparecer, y habrá nuevas variantes”, dijo. “Los perros quieren ser útiles, así que usémoslos”.

Muktita Suhartono y Katie Thomas colaboraron con reportería.

Hannah Beech ha sido la jefa de la corresponsalía para el sureste asiático desde 2017, con sede en Bangkok. Antes de trabajar en el Times, fue reportera de la revista Time durante 20 años, donde reportó desde Shanghái, Pekín, Bangkok y Hong Kong. @hkbeech

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