Rusia gana a la UE la batalla de Ucrania

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La Unión Europea ha fracasado en la cumbre de Vilna, Lituania, en su esfuerzo por reanimar el proceso de acercamiento de Ucrania a los Veintiocho, en lo que constituye una importante victoria política de Rusia. Los dirigentes europeos se emplearon a fondo en esta cita dedicada a la relación con los vecinos del Este para convencer al presidente ucranio, Víctor Yanukóvich, pero este rechazó desbloquear el proceso de asociación con la UE que decidió congelar la semana pasada.

Yanukóvich pidió a los líderes europeos que la posición internacional de su país se debata en una mesa tripartita en la que participe Rusia también. Kiev alega que un acuerdo de asociación con la UE como el que estaba previsto se firmase aquí en Vilna acarrearía graves perjuicios económicos a Ucrania, por las represalias tarifarias de Moscú y por los costes de adaptación de la producción ucrania a los estándares europeos.

Pero la UE rechazó contundentemente negociar en una mesa tripartita, alegando que en la definición de una relación bilateral no puede intervenir una tercera entidad. El acuerdo de asociación con Ucrania preveía el establecimiento de una zona de libre mercado y un estrechamiento de la cooperación política. El pacto, sin ofrecer una futura adhesión al club europeo, habría sin embargo firmemente anclado a Ucrania en el Oeste.

Los Veintiocho solo lograron la adhesión de Georgia y Moldavia a un preacuerdo de asociación, que deberá convertirse en definitivo al año que viene. Bruselas también ofreció a Moldavia una flexibilización del régimen de visados para sus ciudadanos. Un magro balance frente a la pérdida el principal país de la región, Ucrania, con 46 millones de habitantes y una posición estratégica en las redes de suministro energético.

Los líderes europeos aquí reunidos se mostraron sin embargo optimistas con respecto a la posibilidad de revertir el curso de los acontecimientos. La presión de la opinión pública local y una mejora de las condiciones del acuerdo de asociación podrían convencer a Kiev a reanudar el proceso. Pero el optimismo se centra en el medio plazo. En los trabajos de la cumbre, la opción de que Ucrania pueda firmar un pacto en 2014 se consideraba absolutamente remota.

Las presiones de Moscú, que lucha para evitar que Kiev salga definitivamente de su órbita de influencia, prevalecieron en esta etapa. A corto plazo, Yanukovich se garantiza así estabilidad en los suministros de gas y evitar el duro impacto inicial de la adaptación al mercado europeo (y las trabas a las exportaciones de productos a Rusia que sin duda Moscú impondría). La oferta europea representa una promesa de desarrollo civil y económico a largo plazo sin duda menos interesante para un líder que afronta en 2015 una dura reelección. Los ucranianos juzgarán si esa actuación responde a sus intereses.

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