Los presidentes de Nicaragua, México y Salvador asumen el poder de reyes chiquitos cortando derechos y combatiendo lo que ellos llaman a su manera terrorismo, narcotráfico y a los que piensan distintos a nombre de la libertad y la democracia.
Nicaragua que ya no puede alcanzar el denominativo de país, es sacudida por los delirios de un exguerrillero que ha decidido encarcelar a sus opositores uno por uno y despojarlos de la nacionalidad nicaragüense. Hace pocos días ha abierto las cárceles, en un tácito reconocimiento al mundo de que sí mantiene en las temidas cárceles del país presos político; ha decidido con una naturalidad despiadada y cruel abrirles el camino de la libertad a los Estados Unidos, pero en calidad de parias.
Por diferentes motivos más de 200 presos políticos que se habían pronunciado contra su Gobierno fueron deportados en un avión insignia que inmediatamente recordó al mundo los años de las dictaduras que con la misma descarnada violencia asesinaban y encarcelaban a sus opositores por no pensar igual que ellos. La diferencia enorme de los tiempos era que los militares entonces decían abiertamente que luchaban contra un enemigo: el comunismo. Hoy el único justificativo para tanta tragedia se llama “democracia”.
Los pasos que ha dado el presidente Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo que es la vicepresidenta del país no parecen haber llegado tan lejos para algunos líderes políticos que se identifican con la izquierda. El presidente de México Andrés Manuel López Obrador que cada mañana convoca a los medios de comunicación hasta su palacio para hablar de todo lo que deseen saber, ha decidido reformar la constitución de su país para eternizarse en el poder con una reforma que le permitirá volver a postularse para el puesto en las próximas elecciones del próximo año.
El anuncio sacó a las calles de la capital mexicana a por lo menos medio millón de personas para protestar contra tal decisión.
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Y para rematar este ridículo círculo díscolo, el presidente de Salvador Nayib Bukele acaba de estrenar una de las cárceles más modernas del mundo para recluir en su interior a miles de presos a los que exhibe al mundo desnudos para asegurar que vivirán por décadas, mezclados sin poder hacerle más daño a la población. La puesta en escena de las imágenes que regalan al mundo Ortega, López Obrador y Bukele deja aterrados a quienes han luchado por las libertades constitucionales para vivir en democracia.
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