La exposición pública de las personalidades famosas en los tabloides de la prensa inglesa es tan antigua como la adoración y el orgullo británico a la nomarquía; hasta ahí ninguna novedad, pero cuando el periodismo inglés ansioso de prestigio acaba cometiendo deslices, los debe pagar a precio muy caro. El caso más emblemático sucedió hace casi 10 años. En 2007 Clive Goodman, entonces editor de cobertura de la familia real en el tabloide “News of the World”, fue descubierto escuchando recados de teléfono de tres funcionarios del Palacio de Buckingham. Ese hecho inició una guerra que reveló al mundo cuan nefasto puede ser el sensacionalismo.
El ”News of the World”, cerró en 2011 pero su dueño, el magnate norteamericano de los mass media Rupert Murdoch, dejó entreabierto un velo oscuro de abusos y crímenes de imprenta. Muchos de los protagonistas fueron promovidos por el millonario.
Puesto el caso en la perspectiva boliviana, la prensa está lejos de asumir pérdidas millonarias como la del tabloide inglés que se vio obligado a indemnizar con varios millones de dólares a las víctimas de las escuchas ilegales; aún recordamos el día en el que el periodista Carlos Valverde, haciendo uso del histriónico papel que juega desde su programa de televisión, lanzó un dardo envenenado contra la figura del presidente Morales, que tres meses más tarde fue desmentido por el mismo periodista como si nada hubiera ocurrido.
En el lapso de estos tres meses, corrió tanta agua bajo el puente llevándose consigo a la cárcel a varias personas. Desdiciéndose de la primicia de que Evo tenía un hijo con la contratista de una empresa china -una siliconada protagonista del affair del año-, lo que el periodista consiguió, fue una reacción escalofriante que cargó casi inmediatamente a las rejas nada menos que a uno de los abogados de la contratista, dejando a buen recaudo a otros dos para no caer entre rejas. Hasta el día de la detención el abogado gozaba de prestigio profesional en la difícil tarea de acosar al Gobierno en temas en los que estaba dispuesto a dar batalla jurídica valiéndose de información privilegiada. Eduardo León tiene entre papers confidenciales temas espeluznantes como el del asesinato de la periodista Anahy Huaycho, el desfalco al Fondo Indígena, entre otros y ahora último estaba dispuesto a probar que el supuesto hijo del presidente Morales con Gabriela Zapata sí existe.
Pero ahí no paró el caso: la reacción bosquejada en términos jactanciosos por el periodista Carlos Valverde al lanzar la bomba definió entre líneas las ulteriores acciones del Gobierno contra el “periodismo irresponsable, mentiroso y cobarde”, palabras utilizadas por funcionarios para descalificar a Valverde y, que, también sirvieron para descomponer las relaciones con otros medios de comunicación.
El abogado Eduardo León fue detenido bajo cargos de trata y tráfico de menores; obligan a pensar que detrás de la descarga hay sectores dentro del oficialismo dispuestos a acallar al otrora prestigioso Colegio de Abogados y en la otra línea de fuego sugerir modificaciones a la Ley de Imprenta para quitarle al comunicador el derecho de proteger a su fuente. Lo que ocurre hoy con el periodismo debe leerse con lo que podría ocurrirle al abogado si, como León, decide pelear temas escabrosos a sus clientes que acuden buscando su legítima defensa. ¿Será todo esto gracias al favor del periodismo sensacionalista atemperado con insultos y conveniencias para arrojarse con una osada denuncia que ni el propio denunciante mediático puede sostener?
Las organizaciones sociales que apoyan la línea oficialista han puesto en la mira al histriónico periodista Valverde. Una de las reacciones tras conocerse su versión, de que el hijo que denunció ya no existe, ha enervado los nervios de sus dirigentes que han salido a decir que por el montaje del periodista se indujo a la población a votar “no” en el Referéndum del pasado 21 de febrero, con lo que se da pie a que se estudie seriamente un nuevo acto plebiscitario para definir si Evo nos debe seguir gobernando por otros 5 años cuando acabe su tercer mandato en enero de 2020. Es lo que en periodismo se conoce con el mismo nombre en cualquier idioma: protagonismo, resurrección y caída.
Los libros en Bolivia y en el Reino Unido
El último libro que presentó Carlos Valverde “Territorio, poder y cocaína”, fue un fracaso, porque según el mismo reconoció pocos días después de su presentación en un céntrico hotel de La Paz, no mereció ni el más escueto comentario por parte de los sectores afines al Gobierno -como el autor esperaba-, a pesar que delinea en sus páginas la presumible ligación de esferas de poder con el narcotráfico.
A Valverde le hubiera gustado que se lo ataque por semejante condensado, un recalentado de la política antinarcóticos de éste y los anteriores gobiernos que le antecedieron al del MAS. Libro, que según el mismo autor, tras explotar el caso Zapata, fue motivo central de una reunión entre él y el representante diplomático de los Estados Unidos, a cuenta de una versión que manejó el Gobierno apuntando a la legación diplomática de haber suministrado al periodista la documentación de la denuncia. Valverde reconoció esa reunión pero adujo que se charló exclusivamente del libro, o sea de la penetración del narco.
Cuando el escándalo de la relación del presidente y la contratista de la empresa China CAMC salió difundida al aíre a través de un canal por cable de la capital oriental; ese día, Valverde dijo enseñando en sus manos un certificado de nacimiento de un menor como prueba de la relación que según él era la madre del cordero del “tráfico de influencias” que coronó el éxito de su propuesta periodística.
A diferencia de “Territorio, poder y cocaína” escrito por Valverde, “Vale Todo” del periodista Nick Davies, cuenta los detalles entre bastidores del escándalo de las escuchas secretas de las que se valió el tabloide “News of the World” que llevaron contra los barrotes a un media docena de periodistas responsables entonces de la edición del dominical. Además, el caso fue motivo de trabas legales que comenzaron a utilizarse en Inglaterra contra el periodismo, tras conocerse que el periódico, propiedad del magnate de los mass media Rupert Murdosh, hacía espionaje a gran escala, lo que motivó la revisión de las leyes reguladoras de la prensa y forzó al primer ministro James Cameron a reconocer el compromiso del Gobierno de penalizar a los medios que incurrieran en delitos de espionaje.
Desde 2006, la Scotland Yard investigaba las supuestas escuchas ilegales que los reporteros utilizaban para obtener información para sus suculentas exclusivas. Entre la lista de afectados figuraban famosos y miembros de la familia real británica; pero la historia dio un cambio de rumbo cuando se hizo público que entre los teléfonos pinchados también se encontraban familiares de las víctimas del atentado del 7-J en el metro de Londres, los padres de Holly Wells y Jessica Chapman, dos menores secuestradas y asesinadas en 2002, e incluso viudas de soldados fallecidos en Irak y Afganistán. En algunos casos, la misma policía habría podido estar involucrada al recibir dinero a cambio de dar información a los periodistas sobre las historias más escabrosas.
La revelación provocó el cierre de “News of the World”, ante una sociedad conmocionada después de saber el perfil de las nuevas víctimas. En los 11.000 documentos confiscados al investigador privado que realizó las escuchas ilegales figuran los teléfonos de más de 4.000 personas. El cierre del dominical supuso un punto y aparte en la historia del periodismo británico. Y también en la política.
Hoy no parece exagerado decir que el caso Zapata podría ser el punto de inflexión que ha encontrado el Gobierno para decidir acerca la continuidad de una historia que mantuvo la atención de los bolivianos por capítulos; y por consiguiente, un punto aparte sobre la historia del periodismo. Un caso emblemático parece apuntar a los medios de la Iglesia Católica, aliada del presidente en lo alto del Vaticano exclusivamente, apuntados por ser los responsables de una estrategia de desestabilización que incluso ya lleva nombre: “Quinto Golpe”, lo han bautizado altos funcionarios del Gobierno. Además, se apunta a otros medios de hacer coro alentando la misma campaña.
Entretanto, el periodista Carlos Valverde que hasta hace poco contaba la historia desde su pedestal de héroe hoy debe hacerlo en su calidad de villano; ha arrastrado un nuevo componente en esta historia con el “Quinto Golpe”, vertiginosa estrategia que además incluye acápites de acciones políticas.
Un caso a colación
El caso viene a colación en paralelo luego de que 24 horas después de la declaración del periodista Carlos Valverde, la versión corregida de que el hijo de Evo y Gabriela no existe; sirvió de argumento para sumar detenciones de personas que hasta ese momento habían apuntado gran parte de su estrategia jurídica en la versión del periodista. Puede resultar incomprensible para un docto en leyes que el abogado de la contratista no hubiera obtenido mayores pruebas conclusivas para zarpar con crédito en la delicada denuncia de la existencia de un menor que bien podría estar muerto, tal como lo afirmó el presidente Morales al enterarse de la bomba. Al margen, una suculenta historia que podría estar pensada para imaginar el siguiente libro de Valverde, aunque en este caso sin argumentos convincentes a juzgar por los hechos.
La denuncia del affair Morales – Zapata contada desde la perspectiva de Valverde, es la retrospectiva de una mentira o una media verdad. No reconoce con hidalguía que se equivocó y exaspera aun más los sentidos negándose a su versión y sosteniendo que eso no le quita nada al tema de fondo. Es la gran diferencia con “Vale Todo”. Su autor Nick Davies, reportero de periódico “Guardian”, pasó siete largos años probando que las escuchas habían perjudicado o destruido a miles de personas. Mostró que al contrario de lo que se pensaba y se había alegado y tomado como verdad en aquella época, el resultado de contratar detectives promovía a su vez acciones de espionaje industrial contra la competencia.
Cuando la polémica comenzó a ganar terreno, el periodista Andy Coulson director tuvo que salir por la puerta trasera. Coulson fue director de “News of the World” hasta 2007. Dejó el puesto después de que el responsable de la información de la familia real, Clive Goodman, fuera encarcelado por intervenir los teléfonos móviles de empleados del Palacio de Buckingham. Él alego que no sabía nada sobre las escuchas en la redacción. Pero incluso así pidió su dimisión de la corporación “porque sentía que era un deber hacerlo”. Coulson, fue condenado en junio del año pasado por las escuchas ilegales y dejó la redacción del “News of the World” para asumir la jefatura de la comunicación de David Cameron, lo que de hecho prueba las relaciones amistosas del primer ministro con el grupo del magnate de los medios Rupert Murdoch.
La historia encierra una mayúscula verdad que derrumba un mito sobre la invencibilidad del periodismo y, aclara, un concepto tan perenne como cuando no hay nadie capaz de hacerte reaccionar a pesar de que estés arrastrando a otros por los diáfanos caminos de las medias verdades. Lo más serio y a la vez triste es que no se reconoce que pudo haber -en esta historia- una grosera mentira.
Un imperio mundial
Rupert Murdoch, considerado por la revista «Forbes» como uno de los hombres más influyentes del mundo, tiene en sus alforjas un imperio mediático que se expande por todo el mundo. Sólo en Reino Unido cuenta con News Corporation, que agrupa a los diarios «The Sun», «The Times» y el semanario «News of the World», además de la televisión por suscripción Sky. En Estados Unidos atesora «The New York Post» y la televisión por cable Fox, cuya influencia en Iberoamérica es muy grande en cuanto a contenidos de entretenimiento. En Australia, de donde Murdoch es originario, a través de las empresas Cumberland Newspaper Group y Leader Newspaper Group, suma más de 50 publicaciones, entre diarios y semanarios.
Los afectados del “News of the Word
Habrían pinchado los teléfonos de políticos, actores y famosos entre los que se encontraban el vice primer ministro, John Prescott, el alcalde de Londres, Boris Johnson, la modelo Elle MacPherson, los actores Jude Law y Gwyneth Paltrow, el representante de la familia de Dodi al Fayed, el amante de Lady Di. Otros personajes afectados fueron el ex primer ministro, Gordon Brown; el abogado David Mills, la diseñadora Kelly Hoppen, el comentarista de deportes Andy Gray. Y así hasta 4.000 personalidades públicas.
También se añaden familiares de víctimas de los atentados terroristas del 11-S y del 7 de julio de 2005 en el metro de Londres, además de soldados heridos y familiares de caídos en las guerras de Afganistán e Irak. Lo más escabroso fue la revelcación de ‘The Guardian’ de que al menos una niña secuestrada había sido víctima de las escuchas.
Los afectados del “Caso Zapata”
Una historia que comenzó a enredarse en varias versiones. Varios funcionarios del Gobierno salieron a desmentir la versión de que en la relación sentimental del presidente había de por medio un menor. El presidente Morales fue el mayor afectado, su imagen cayó deteriorada por la denuncia a la que se atribuye el resultado del Referéndum del pasado 21 de febrero. La contratista Gabriela Zapata y su tía se encuentran detenidas. El abogado de Zapata Eduardo León guarda detención y los también abogados Sánchez y Zuleta prófugos con orden de captura. La encargada de las oficinas de la Junta de Acción Social dependiente del Ministerio de la Presidencia Cristina Choque también está detenida. En l misma situación los empresarios Ricardo Alegria, Carlos Marvin Ramírez y Sigfredo Antelo.